Capítulo
21. (Final)
-Narra
James-
Lo
había jodido todo. Estaba enfadado con Ali y con mi madre, pero eso no me daba
la libertad para hacer lo que había hecho. Me había besado con otra chica y
Ali lo había visto. Estaba muy borracho, no sé como había llegado hasta allí y
que hacía besando a aquella chica, pero por lo poco que recuerdo había conocido
a aquella chica en el bar donde había pasado todo el día bebiendo, después me
dijo si podíamos ir a mi apartamento y antes de que me diera cuenta estaba
abriendo la puerta y dejando pasar a aquella chica. Ni siquiera sabía como se
llamaba. Ella me había cogido la cabeza y me había besado y después vi a Ali en
la puerta de mi apartamento llorando.
Salí
corriendo detrás de ella gritando su nombre, no funcionó. Me senté en el suelo
de una de las calles y me quedé ahí, pensando en lo que había hecho y en como
Ali me había mirado. Era algo más que decepción, era como si algo hubiera
muerto dentro de ella, como si algo se hubiera roto. Todo era culpa mía.
No
quería regresar a mi apartamento así que cogí mi teléfono y llamé a la única
persona que se me ocurrió, mi madre.
Descolgó
el teléfono a los tres pitidos y su voz sonaba como si la hubiera despertado.
-¿James?
¿Eres tú? ¿Qué ha pasado?
Me
puse a llorar. Hacía mucho tiempo que no lloraba, ni siquiera recordaba la
última vez que lo hice.
-Ali…
Se ha ido, la he cagado. Mamá, se ha ido para siempre y todo ha sido por mi
culpa.
Le
conté todo lo que había pasado y ella no sabía que decirme, la había cagado y
ni siquiera mi madre sabía que podía hacer para arreglarlo.
Después
de estar una hora hablando con ella hablando por teléfono, colgué y me fui a mi
apartamento. Me duché, me cambié de ropa y comí un poco. El efecto del alcohol
empezaba a desaparecer y el dolor de cabeza iba en aumento, mientras tanto el
sol salía y la ciudad empezaba con su ajetreo diario.
Ya había
decidido que podía hacer para intentar arreglar un poco todo lo que había
hecho. No iba a funcionar, pero las cosas no podían ir a peor así que no perdía
nada por intentarlo.
-Narra
Ali-
Ya
había terminado de volver a colocar todas las cosas en su sitio, parecía como
si nunca me hubiera ido de allí aunque la casa me parecía terriblemente vacía,
como si nadie hubiera entrado desde que me fui hace unos meses.
Mi
casa era demasiado grande para mi madre y para mí, había tres plantas y en la
segunda planta estaban los dormitorios. Tres dormitorios. El mío era el del
fondo del pasillo y el de mi hermano estaba a mi lado. Desde que murió solo
había entrado a esa habitación dos veces y la puerta siempre permanecía
cerrada. Mi madre dormía en su habitación de matrimonio aunque parecía que solo
quería utilizar la mitad de la habitación. En la planta baja estaba la cocina,
el salón, dos cuartos de baños y una sala donde había un piano y un sillón, esa
habitación había sido un capricho de mi padre todavía recuerdo como mi madre
discutió con él por gastarse tanto dinero en una tontería como esa. Pasaba todo
el tiempo que podía en esa habitación, y aunque no supiera tocar el piano, me
gustaba sentarme delante y acariciar las teclas. En la tercera planta solo había
una buhardilla con cajas de cosas que mi madre no quería tirar y juguetes de cuando
era pequeña.
Habíamos
pensado en mudarnos, pero en esa casa estaban los recuerdos de una vida y eso no
se podía dejar atrás así como así.
Bajé a
la cocina y me senté en la vieja mesa que teníamos en el centro, por la ventana
se podía ver la calle alumbrada por las farolas ¿Cuánto tiempo había estado recolocando
cosas? La verdad es que no lo sabía y tampoco me importaba mucho, no tenía otra
cosa que hacer.
Llamé
a mi madre y me saltó el buzón de voz así que le deja un mensaje diciendo que me
llamara y que no tardara mucho en llegar a casa.
Había
pasado una media hora cuando alguien llamó a la puerta, tenía que ser mi madre y
no me había llamado por eso. Nunca llamaba si estaba cerca de casa o saliendo
del trabajo.
Fui a
abrir la puerta y donde tendría que haber estado mi madre, había una persona
muy diferente con sus ojos azules directamente clavados sobre mí.
-¿Qué
haces aquí James? No quiero hablar contigo.
Empecé
a cerrar la puerta, pero él puso un pie para no dejarme cerrarla del todo.
-Solo
déjame que te explique. – dijo en una voz muy baja, casi un susurró. En ese
momento se me olvidó todo lo que me había hecho y lo único que quería era
decirle que le quería. Era una estúpida.
Podía
sentir como se me erizaba todo el vello del cuerpo, él nunca me había hablado
de esa forma, parecía muy triste y decepcionado al mismo tiempo. No podía
dejarle allí fuera, había cogido un avión y ahora estaba en mí casa, en España.
Simplemente no podía dejarlo ahí fuera.
-Vale,
puedes pasar, pero con una condición. Solo tienes cinco minutos para explicarte
y después te irás. ¿Vale? – aunque no único que quería era decirle que no
pasaba nada, no era verdad. Me había hecho mucho daño.
-Para
empezar quiero decirte que al final sí he hablado con mi madre. Cuando me viste
en mi apartamento con esa chica… - clavó la mirada en el suelo. – Verás, no sabía
lo que hacía, estaba muy bebido y fue ella quien me besó. Nunca te habría
engañado por muy cabreado que hubiera estado contigo, no soy de esos tíos. Ahora dirás que todo el mundo dice lo mismo,
que todos los tíos somos iguales, somos unos cerdos. Es posible que tengas razón,
pero al James que viste anoche no soy yo en realidad. Estaba dolido, sé que eso
no es escusa pero yo te quiero. ¿Me oyes? Te quiero.
¿Qué
acababa de decir James? ¿Había dicho que me quería? Yo también le quería, por
supuesto, pero después de lo que había pasado no le podía perdonar. Nada volvería
a ser como antes.
Se
produjo un silencio y solo se escuchaban nuestras respiraciones. Después, James
se puso a hablar.
-Mis
cinco minutos ya han pasado, solo quería que supieras eso Ali. Te debía una
explicación y ya te la he dicho, aunque haya tenido que coger un avión para
hacerlo. – tenía una media sonrisa en la cara que pronto se fue.
Se dio
media vuelta y se fue, cerrando la puerta tras él. ¿En serio iba a dejar que se
fuera? Me había hecho daño, sí, pero había hecho esto por mí… Un error lo
comete cualquiera, aunque no confiaba en él igual que antes tenía que darle una
segunda oportunidad. Una vez me dijeron que la soledad no viene por ella sola,
nosotros elegimos estar solos. Me sentía así hasta que James apareció en mi
vida, no iba a dejar que se fuera de mi lado. No iba a ser como con mi padre y
mi hermano, eso no estuvo en mis manos pero esto sí lo estaba.
Abrí
la puerta y salí al jardín, la noche era fría y solo llevaba una camiseta fina
y unos vaqueros, empecé a tiritar en cuanto salí. James estaba ya por la mitad
de la calle así que corrí tras él.
Cuando
logré alcanzarle, ya no sentía frío. Le cogí de la manga, le giré y le besé. Al
principio él parecía algo desconcertado, pero después puso sus manos en mi
espalda y me atrajo más hacía él y yo enredé mis dedos en su cabello. Me separé
de él, nuestras narices todavía se tocaban y nuestras respiraciones se
mezclaban.
-James,
yo también te quiero. Me enamoré de ti desde que nos vimos en aquel aeropuerto
y me choqué contigo. Los chicos como tú nunca ven a las chicas como yo, pero tú
si me ves. Si no hubiera sido así, estarías en Londres con la chica de tu
apartamento, pero ahora mismo estás conmigo y eso es lo que cuenta. Te perdono,
pero no olvido lo que ha pasado. Es tu última oportunidad.
Después
de decir todo eso, me volvió a besar, esta vez el llevaba la delantera y me
pilló a mí por sorpresa. Se separó de mí y aunque yo quería seguir besando sus
labios, me susurró al oído “Te quiero.”
Solo quería daros las gracias por leer esta historia y por seguir leyéndola aunque me retrasara mucho en subir capítulo y la mayoría fueran muy mierderos. Espero que hayáis disfrutado esta historia y a lo mejor empiezo otra dentro de unas semanas.