domingo, 28 de julio de 2013

Esa chica.

Ella solo era una chica más, una chica con demasiados problemas. ¿Por qué ella no podía ser feliz como todas esas chicas que veía a diario? Se dormía llorando día sí y día también. Esta chica se cortaba y estuvo una temporada sin comer, creía que no le importaba a nadie y si era así ¿Para qué se iba a esforzar en estar bien? No podía más con su vida, pensaba en dejarlo todo atrás, así todo sería más fácil ¿No? Solo dejarse llevar por lo que realmente quería, dejar de luchar contra ella misma y solo hacer eso que tanto ansiaba, acabar con su vida y con todo el sufrimiento que tenía que aguantar todos los días. Siempre había pensando que si no se quería ni ella misma ¿Quién la iba a querer? ¿Quién iba a querer a una chica con tantos problemas? Hubo una temporada en la que había creído en el amor, de verdad había pensado que iba a venir alguien a salvarla, un príncipe azul o algo parecido. La verdad era que estaba sola y que siempre iba a estarlo.
Pero entonces apareció él, ese chico que le rompió los esquemas y al fin encontró una razón para sonreír y para seguir luchando contra todo lo que le pasaba, contra todo lo que se le pasaba por la cabeza. Esos pensamientos que solo decían “Estarías mejor muerta” “¿No ves que nadie se preocupa por ti?” “Deja de luchar”, esos pensamientos que tenía en la cabeza todos los días. Encontró una fuente de la que podía sacar toda esa fuerza que le faltaba y que siempre le iba a faltar, lo encontró a él. Él le salvó la vida, sí, pero también le dio eso que tanto le hacía falta, le dio la prueba de que todo cambia, todo mejora, solo hay que esperar hasta que alguien te lo muestre. Solo hay que aguantar hasta que alguien te muestra que todo lo que piensas, todo en lo que has creído tanto tiempo, está mal. Ella empezó a volver a creer en el amor y sí, estaba perdidamente enamorada de él.
Ahora esta chica está bien, está feliz junto al chico que le quiere y ella también le quiere a él, con todo su corazón, con toda su alma, con todo lo que tiene. Él consiguió darle una vuelta a su vida y ponerlo todo bien otra vez. Esta chica se despierta sonriendo pensando en él. Sigue teniendo pequeños bajones pero desde que está él, no son nada importante o por lo que preocuparse, pero esto es algo contra lo que tendrá luchar toda su vida.
Podría haber optado por el camino fácil y acabar todo cuando podía pero ¿Sabéis que? Esta chica ahora se alegra de haber aguantado hasta que apareció aquel chico en su vida y lo cambió todo.

Ahora ya no tiene miedo, ahora sabe que ha hecho lo correcto, ahora está feliz. 

viernes, 12 de abril de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 21.


Capítulo 21. (Final)

-Narra James-

Lo había jodido todo. Estaba enfadado con Ali y con mi madre, pero eso no me daba la libertad para hacer lo que había hecho. Me había besado con otra chica y Ali lo había visto. Estaba muy borracho, no sé como había llegado hasta allí y que hacía besando a aquella chica, pero por lo poco que recuerdo había conocido a aquella chica en el bar donde había pasado todo el día bebiendo, después me dijo si podíamos ir a mi apartamento y antes de que me diera cuenta estaba abriendo la puerta y dejando pasar a aquella chica. Ni siquiera sabía como se llamaba. Ella me había cogido la cabeza y me había besado y después vi a Ali en la puerta de mi apartamento llorando.
Salí corriendo detrás de ella gritando su nombre, no funcionó. Me senté en el suelo de una de las calles y me quedé ahí, pensando en lo que había hecho y en como Ali me había mirado. Era algo más que decepción, era como si algo hubiera muerto dentro de ella, como si algo se hubiera roto. Todo era culpa mía.
No quería regresar a mi apartamento así que cogí mi teléfono y llamé a la única persona que se me ocurrió, mi madre.
Descolgó el teléfono a los tres pitidos y su voz sonaba como si la hubiera despertado.
-¿James? ¿Eres tú? ¿Qué ha pasado?
Me puse a llorar. Hacía mucho tiempo que no lloraba, ni siquiera recordaba la última vez que lo hice.
-Ali… Se ha ido, la he cagado. Mamá, se ha ido para siempre y todo ha sido por mi culpa.
Le conté todo lo que había pasado y ella no sabía que decirme, la había cagado y ni siquiera mi madre sabía que podía hacer para arreglarlo.
Después de estar una hora hablando con ella hablando por teléfono, colgué y me fui a mi apartamento. Me duché, me cambié de ropa y comí un poco. El efecto del alcohol empezaba a desaparecer y el dolor de cabeza iba en aumento, mientras tanto el sol salía y la ciudad empezaba con su ajetreo diario.
Ya había decidido que podía hacer para intentar arreglar un poco todo lo que había hecho. No iba a funcionar, pero las cosas no podían ir a peor así que no perdía nada por intentarlo.

-Narra Ali-
Ya había terminado de volver a colocar todas las cosas en su sitio, parecía como si nunca me hubiera ido de allí aunque la casa me parecía terriblemente vacía, como si nadie hubiera entrado desde que me fui hace unos meses.
Mi casa era demasiado grande para mi madre y para mí, había tres plantas y en la segunda planta estaban los dormitorios. Tres dormitorios. El mío era el del fondo del pasillo y el de mi hermano estaba a mi lado. Desde que murió solo había entrado a esa habitación dos veces y la puerta siempre permanecía cerrada. Mi madre dormía en su habitación de matrimonio aunque parecía que solo quería utilizar la mitad de la habitación. En la planta baja estaba la cocina, el salón, dos cuartos de baños y una sala donde había un piano y un sillón, esa habitación había sido un capricho de mi padre todavía recuerdo como mi madre discutió con él por gastarse tanto dinero en una tontería como esa. Pasaba todo el tiempo que podía en esa habitación, y aunque no supiera tocar el piano, me gustaba sentarme delante y acariciar las teclas. En la tercera planta solo había una buhardilla con cajas de cosas que mi madre no quería tirar y juguetes de cuando era pequeña.
Habíamos pensado en mudarnos, pero en esa casa estaban los recuerdos de una vida y eso no se podía dejar atrás así como así.
Bajé a la cocina y me senté en la vieja mesa que teníamos en el centro, por la ventana se podía ver la calle alumbrada por las farolas ¿Cuánto tiempo había estado recolocando cosas? La verdad es que no lo sabía y tampoco me importaba mucho, no tenía otra cosa que hacer.
Llamé a mi madre y me saltó el buzón de voz así que le deja un mensaje diciendo que me llamara y que no tardara mucho en llegar a casa.
Había pasado una media hora cuando alguien llamó a la puerta, tenía que ser mi madre y no me había llamado por eso. Nunca llamaba si estaba cerca de casa o saliendo del trabajo.
Fui a abrir la puerta y donde tendría que haber estado mi madre, había una persona muy diferente con sus ojos azules directamente clavados sobre mí.
-¿Qué haces aquí James? No quiero hablar contigo.
Empecé a cerrar la puerta, pero él puso un pie para no dejarme cerrarla del todo.
-Solo déjame que te explique. – dijo en una voz muy baja, casi un susurró. En ese momento se me olvidó todo lo que me había hecho y lo único que quería era decirle que le quería. Era una estúpida.
Podía sentir como se me erizaba todo el vello del cuerpo, él nunca me había hablado de esa forma, parecía muy triste y decepcionado al mismo tiempo. No podía dejarle allí fuera, había cogido un avión y ahora estaba en mí casa, en España. Simplemente no podía dejarlo ahí fuera.
-Vale, puedes pasar, pero con una condición. Solo tienes cinco minutos para explicarte y después te irás. ¿Vale? – aunque no único que quería era decirle que no pasaba nada, no era verdad. Me había hecho mucho daño.
-Para empezar quiero decirte que al final sí he hablado con mi madre. Cuando me viste en mi apartamento con esa chica… - clavó la mirada en el suelo. – Verás, no sabía lo que hacía, estaba muy bebido y fue ella quien me besó. Nunca te habría engañado por muy cabreado que hubiera estado contigo, no soy de esos tíos.  Ahora dirás que todo el mundo dice lo mismo, que todos los tíos somos iguales, somos unos cerdos. Es posible que tengas razón, pero al James que viste anoche no soy yo en realidad. Estaba dolido, sé que eso no es escusa pero yo te quiero. ¿Me oyes? Te quiero.
¿Qué acababa de decir James? ¿Había dicho que me quería? Yo también le quería, por supuesto, pero después de lo que había pasado no le podía perdonar. Nada volvería a ser como antes.
Se produjo un silencio y solo se escuchaban nuestras respiraciones. Después, James se puso a hablar.
-Mis cinco minutos ya han pasado, solo quería que supieras eso Ali. Te debía una explicación y ya te la he dicho, aunque haya tenido que coger un avión para hacerlo. – tenía una media sonrisa en la cara que pronto se fue.
Se dio media vuelta y se fue, cerrando la puerta tras él. ¿En serio iba a dejar que se fuera? Me había hecho daño, sí, pero había hecho esto por mí… Un error lo comete cualquiera, aunque no confiaba en él igual que antes tenía que darle una segunda oportunidad. Una vez me dijeron que la soledad no viene por ella sola, nosotros elegimos estar solos. Me sentía así hasta que James apareció en mi vida, no iba a dejar que se fuera de mi lado. No iba a ser como con mi padre y mi hermano, eso no estuvo en mis manos pero esto sí lo estaba.
Abrí la puerta y salí al jardín, la noche era fría y solo llevaba una camiseta fina y unos vaqueros, empecé a tiritar en cuanto salí. James estaba ya por la mitad de la calle así que corrí tras él.  
Cuando logré alcanzarle, ya no sentía frío. Le cogí de la manga, le giré y le besé. Al principio él parecía algo desconcertado, pero después puso sus manos en mi espalda y me atrajo más hacía él y yo enredé mis dedos en su cabello. Me separé de él, nuestras narices todavía se tocaban y nuestras respiraciones se mezclaban.
-James, yo también te quiero. Me enamoré de ti desde que nos vimos en aquel aeropuerto y me choqué contigo. Los chicos como tú nunca ven a las chicas como yo, pero tú si me ves. Si no hubiera sido así, estarías en Londres con la chica de tu apartamento, pero ahora mismo estás conmigo y eso es lo que cuenta. Te perdono, pero no olvido lo que ha pasado. Es tu última oportunidad.
Después de decir todo eso, me volvió a besar, esta vez el llevaba la delantera y me pilló a mí por sorpresa. Se separó de mí y aunque yo quería seguir besando sus labios, me susurró al oído “Te quiero.”



Solo quería daros las gracias por leer esta historia y por seguir leyéndola aunque me retrasara mucho en subir capítulo y la mayoría fueran muy mierderos. Espero que hayáis disfrutado esta historia y a lo mejor empiezo otra dentro de unas semanas.

martes, 26 de marzo de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 20.


-Narra Ali-

Salí corriendo de allí, no quería volver a ver a James. No me había dejado explicarle por qué llevaba un billete de avión para mañana con destino España, si me hubiera dejado explicarle las cosas nada de esto hubiera pasado.
Llevaba un billete para España, sí, pero no tenía pensado coger ese avión. Ahora que estaba con James no iba a dejarle y menos aún sin que él lo supiera. Nada de esto hubiera pasado si hubiera roto ese billete de avión, aunque a lo mejor ahora sí que lo quería utilizar. Dejar atrás todo esto, mi sueño, volver a España y encontrar algún trabajo allí, pasar tiempo con mi madre y recuperar la relación que teníamos, hacer que todo fuera como antes, intentar ser feliz por mi misma.
Pero no podía dejar a James atrás, no podía dejarle ir, era la primera persona que me había hecho reír y que me olvidara de todos mis problemas, cuando estaba con él parecía que todo había vuelto a la normalidad, me hacía sentir bien conmigo, ya no pensaba siempre en las mismas cosas, ahora pensaba en disfrutar de lo que tenía porque un día todo esto ya no estaría. Parecía que ese día había llegado.
Ahora mismo no podía pensar en nada, solo podía llorar y correr hacía mi apartamento que con un poco de suerte estaría vacío.
La suerte estuvo de mi parte y allí no estaba Katy, ahora lo que menos me apetecía era hablar con alguien, solo quería llorar hasta que me quedara sin lágrimas o no le viera sentido a llorar por todo esto. Seguro que llegaría antes lo primero.
Intenté no pensar mucho en todo lo que me había pasado esa mañana, solo lloraba. Lloraba y lloraba, no había más.
Alguien entró al piso, oía sus pisadas, no me importaba quien fuera, no iba a parar por su culpa.
Una parte dentro de mí pensó que era James, que había vuelto para disculparse por como me había tratado y se lo podría explicar todo, todo volvería a ser igual que antes. Todo aquello se fue cuando la voz de Katy llamándome llegó a mis oídos, James no estaba allí y eso solo hizo que yo llorara más fuerte.
-¿Ali? ¿Qué pasa? – preguntó Katy. – Abre la puerta y habla conmigo. ¿Qué ha pasado?
No contesté. Ella seguía intentando abrir la puerta y a la media hora de estar forcejeando con la puerta se dio por vencida y se volvió a ir. Cuando oí la puerta abrirse salí de la habitación y me fui al baño. No quería mirarme al espejo, iba a estar horrible, siempre lo estaba y más ahora después de llorar tanto tiempo. Antes de mirarme ya sé como iba a estar mi cara, los ojos rojos e hinchados, las mejillas muy rojas y con puntitos blancos, la boca seca. Parecía que no me quedaba una gota de agua en mi cuerpo, tenía que beber algo. Me dirigí a la cocina y bebí un poco de agua.
Me senté en el sofá, me había quedado sin lágrimas, al menos de momento ahora me limitaba a mirar a un punto fijo cerca de una estantería, con un poco de suerte Katy no volvería en algunas horas y yo podría volver a mi habitación.
No sé cuanto tiempo pasó exactamente pero cuando me quise dar cuenta estaba en la calle, era ya de noche y hacía frío, salir del apartamento fue algo instintivo, cuando estaba mal no podía estar en sitios cerrados, tenía algo de claustrofobia. No sabía bien donde me dirigía, solo dejaba que mis pies me guiaran.
No me di cuenta hacia donde me dirigía hasta que estuve cerca. Conocía esas calles muy bien, había estado allí más tiempo que en mi propio apartamento. Iba a casa de James.
Mi subconsciente me había traicionado y ahora me llevaba al sitio en el que menos me apetecía estar. Mirándolo por otro lado, James se merecía una explicación y creo que por eso había ido hasta allí casi sin darme cuenta.
Subí aquellas escaleras, dos pisos, después giré dos veces hacia la izquierda y ahí estaba la puerta de su apartamento. La puerta estaba un poco abierta y la luz estaba encendida, no sé por qué, pero eso me dio mala impresión. Abrí la puerta y lo vi.
No debería haber venido.
Para James no significaba nada, era imposible que hubiera significado algo. Si eso hubiera sido así no estaría allí besando a otra chica.
Me quedé helada donde estaba, sin hacer ningún ruido, quería hacerme más pequeña y desaparecer ¿Era eso tan difícil?
James me vio por el rabillo del ojo y se separó de aquella chica. Me miraba con los ojos muy abiertos. Las lágrimas volvían a correr por mis mejillas.
-Ali… – susurró James.
-No digas mi nombre nunca más. – dije mientras andaba hacia atrás, él avanzó hacia delante.
-Déjame que te explique, solo esto.
-No hace falta, está todo muy claro.
Después de esto me di la vuelta y salí corriendo. James corría detrás de mí gritando mi nombre y cada vez que lo hacía una parte dentro de mí moría. Ahora solo podía llorar. Me había vuelto a pasar, una vez más estaba sola. Ahora sí me podía ir de aquí así será más fácil olvidarme de todo, sobretodo de James.
Llegué a mi apartamento e hice la maleta, mañana tenía que coger un avión.
No dormí en toda la noche, me quedé sentada en mi cama esperando a que saliera el sol y poder irme de allí de una vez, Katy no había vuelto así que me limité a dejarle una nota diciéndole que me iba a España y que me había ayudado mucho con todo. Algún día nos volveríamos a ver, ¿No?
Salió el sol y yo ya estaba saliendo del apartamento, cerré la puerta y me fui.
Todo lo demás me pareció más sencillo que cerrar esa puerta para siempre. Llegué a España sobre las dos de la tarde. Allí no había nadie esperándome, mi madre no sabía que iba a venir así que cogí un taxi y me fui a mi casa.
Como era de esperar, mi madre no estaba allí. Subí a mi vieja habitación y deshice la maleta. ¿Cómo la había podido cagar tanto en tan poco tiempo? Me había ido para no volver y había vuelto en tres meses.
A lo mejor allí todo sería más fácil, empezar de cero una vez más…

domingo, 17 de marzo de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 19.


-Narra James-

No sé como había hecho Ali, pero me había convencido para que quedara con mi madre en una cafetería y hablara con ella. Estaba bastante asustado, pero Ali iba a estar ahí conmigo y eso me ayudaría a poder estar en una misma sala que mi madre y hablar con ella.
No sé muy bien como, pero cuando tenía unos dieciséis años la relación con mi familia se cortó. Estaba semanas e incluso meses sin aparecer por casa. Lo peor de todo es que parecía no importarle a nadie, solo mi abuelo parecía preocuparse un poco por mí y muchas veces acababa durmiendo en su casa. Ahora que mi abuelo no estaba conmigo no merecía la pena mantener el contacto con nadie. Nadie se había preocupado por mí aunque apareciera por casa con un ojo morado y heridas en la cara. Nunca le había importado a nadie. A los dieciocho, cuando me fui definitivamente de casa, perdí todo el contacto que me quedaba con mi familia.
Gracias a Ali iba a intentar recuperar un poco la relación con mi familia.
Cuando llegué a la cafetería Ali ya estaba allí. Parecía algo cansada, me acerqué a ella y le besé el cuello, ella se dio la vuelta y me besó en los labios.
-Buenos días a ti también. – susurró Ali cerca de mi oído.
-¿Llevas mucho tiempo esperando? – pregunté mientras me sentaba a su lado.
-No, acabo de llegar, ¿A qué hora tiene que llegar tu madre?
-Se supone que ya debería estar aquí.
Justo en ese momento entró mi madre por la puerta y se acercó hacía nosotros. Me tensé en un instante y Ali me cogió la mano para que me tranquilizara un poco, solo era mi madre, no iba a pasar nada.
-Mi madre es esa que acaba de entrar a la cafetería. – dije a Ali mientras señalaba.
-Pues entonces será mejor que me acerqué a saludar y decirle que estamos en esta mesa, ahora mismo vuelvo.
-No, Ali… Espe… - ya se había ido y no me podía escuchar.
Ali se acercó a mi madre y la saludó y después se aproximaron a la mesa en la que estaba.
-James, no me habías dicho que tenías una madre tan simpática. – dijo Ali mientras se volvía a sentar a mi lado y me cogía la mano.
-Hola James. – dijo mi madre.
-Mamá, ¿Qué haces aquí y por qué quieres hablar conmigo?
-Verás… Es sobre tu padre. Él y yo nos separamos hace un tiempo y creo que ya era hora de que lo supieras.
-¿Ya está? ¿Solo eso? Muy bien, gracias por la información. Ya te puedes ir.
-James…
-Ni James ni nada. Estuvisteis ocultándome lo del cáncer y tuve que enterarme cuando falleció el abuelo. No te mereces ni que te hable. Todos esos días que he pasado fuera de casa, ¿De verdad no te dabas cuenta o te dabas cuenta y te daba igual? Todos me habéis hecho mucho daño y para una persona a la que le importaba no me dijisteis nada sobre su cáncer. Vete, no quiero saber nada sobre ti.
Mi madre se levantó y se fue.
-Te has pasado mucho James. – dijo Ali que seguía sentada a mi lado, no me estaba cogiendo la mano y cuando lo intenté la apartó.
-Es lo que se merece.
-Nadie se merece que lo trates así, ¡Nadie! Y menos aún tienes que tratar así a tu madre. Mi madre no me dirigió la palabra en cinco meses, cuando murió mi padre y mi hermano perdimos todo contacto. No nos hablábamos y prácticamente no nos veíamos. Cuando estás así tanto tiempo cuesta mucho recuperar el contacto y es mejor que lo recuperes antes de que sea demasiado tarde. Hazme caso.
-No entiendes nada y nunca lo vas a entender.
-Lo entiendo mejor de lo que crees. – dijo con la voz un poco cortada, iba a ponerse a llorar.
Se levantó y se dio media vuelta. Al girarse se le cayó un papel del bolso y lo recogí. Era un billete de avión para mañana con destino España.
-Así que te vas, ¿No? – dije mientras le devolvía el billete.
-James, no… No es eso, déjame que te lo explique.
-No hay nada que explicar.
Cogió sus cosas y se dio media vuelta. Ahora si que la había cagado y no había vuelta atrás.

domingo, 3 de marzo de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 18.


-Narra Ali-

Cuando James miró el mensaje que le acababan de mandar estaba más distante, notaba como si ese mensaje lo hubiera desconectado de alguna manera.
-James, ¿Estás bien? – pregunté.
-Sí, es solo que… Nada, déjalo.
-¿De quien es el mensaje?
-De… De nadie.
-James, puedes decírmelo.
Me dio su móvil. En el mensaje ponía: “James, estoy en Londres. Necesito hablar contigo. Llámame y quedamos”
-¿De quién es el mensaje? – pregunté mientras le devolvía el móvil.
-De mi madre. Quiere que nos veamos.
-Entonces ¿Por qué estás así? Es solo tu madre.
-Que es solo mi madre… No hablo con mi madre desde hace bastante tiempo y la última vez que me llamó fue para decirme que mi abuelo había muerto de cáncer y yo ni siquiera sabía que estaba enfermo.
Ahora si entendía porqué estaba así, yo tampoco querría hablar con mi madre si me hubiera ocultado ese tipo de cosas.
-¿Cuánto tiempo hace de eso? – pregunté mientras le cogía la mano.
-¿Te acuerdas el día en el que casi te atropella un coche?
-Sí, el día que me salvaste ¿Qué pasa?
-Pues la noche anterior mi abuelo falleció y mi madre me llamó al día siguiente. Hacía cinco meses que no hablaba con ella. Me fui de casa cuando cumplí los dieciocho y solo hablaba con mi abuelo. Hubo un momento en el que no se como, perdimos el contacto y lo único que supe de él después fue que había fallecido. ¿Cómo quieres que me sienta?
-No lo sé, pero lo que sé es que no puedes esquivar a tu madre toda tu vida, tienes que hablar con ella.
-Ojalá todo fuera tan fácil como decirlo.
No iba a ser fácil convencer a James de que llamara a su madre para que hablara con ella, pero iba a conseguirlo. Él todavía tenía una familia y no podía perderla.
Después de dos horas hablando con él, aceptó. Pero yo tenía que ir con él por si las cosas se complicaban, acepté.
Quedamos al día siguiente es una cafetería cerca de la casa de James y nos despedimos. Cuando llegué a mi apartamento estaba demasiado cansada, pero me obligué a comer algo. Katy no estaba allí, así que supongo que había salido.
Me puse la sudadera que James me había dejado el día anterior y me quedé dormida. Esa noche volví a soñar lo que creía que me había abandonado hace tiempo, la imagen de la muerte de mi padre y mi hermano volvió a mí. Creí que aquello me había abandonado o por lo menos había conseguido hacer que no soñara con eso. Me desperté con las mejillas mojadas y con el corazón acelerado. Miré la hora y solo eran las cinco de la mañana, sabía perfectamente que no iba a dormir más esa noche así que me levanté y me puse a ordenador un poco la habitación. Una hora después estaba en el salón desayunando y viendo la tele.
Hasta las doce no había quedado con James y todavía faltaban seis horas para eso. No tenía nada que hacer así que me vestí y antes de las siete de la mañana yo estaba andando por las calles de Londres. Todavía quedaba nieve de la otra noche. Me puse la música y me dejé llevar. Necesitaba aquello, necesitaba estar a solas para poder aclararme, con James estaba mucho mejor y eso lo sabía, pero seguía habiendo algo dentro de mí que me decía que me iba a hacer daño. Aquello era absurdo. Él no me iba a hacer daño.
Cuando me dí cuenta eran ya las once de la mañana, así que me dirigí hacía la cafetería donde había quedado con James y con su madre, aquello era importante para él y tenía que estar a su lado.