martes, 3 de abril de 2012

9ª PARTE. Una noche perfecta


Juan se quedó en mi casa a cenar y pedimos unas pizzas para cenar, la mía era de queso y bacon y la suya era de pepperoni con queso mozarella. Me invitó a cenar y también preparó la mesa para que no tuviera que hacer ningún tipo de esfuerzo. Cuando acabamos de cenar, pusimos la televisión y estaban poniendo la película de Titanic, una de mis películas favoritas. Para mí esa película era la más romántica de la historia, la primera vez que la vi me quedé con el mensaje de que lo más importante es luchar por amor, luchar contra la sociedad, contra las barreras que te ponen para poder estar con la persona a la que amas.
Juan y yo empezamos a ver esa película y no habían pasado cinco minutos desde que la habíamos puesto y yo ya estaba llorando. No estaba llorando por la película, estaba llorando por el cúmulo se cosas que me habían pasado, estaba llorando porque me había vuelto a reencontrar con Luis y ahora estaba ahí con Juan y sabía que eso no podía acabar nada bien. No podía jugar con los sentimientos de dos personas.
Cuando notó que estaba llorando, me abrazo con todas sus fuerzas y me hundió la cara en su pecho, podía notar los latidos de su corazón y también podía notar como una llamarada de calor me cubría hasta el rincón más inhóspito de mi cuerpo.
Cuando subí la cabeza me encontré con sus labios, y el se encontró con los míos. Nos fundimos en un beso que no quería que terminara nunca, aunque sabía que ese momento iba a llegar antes de lo que yo me esperaba.
Cuando separó sus labios de los míos se recostó y yo me acurruqué en su pecho y me quedé durmiendo. A la mañana siguiente me desperté en sus brazos, totalmente rodeada por ellos.
Nos levantamos y desayunamos un tazón de chocolate bien caliente. Al acabar de desayunar salimos a la calle cogidos de la mano y dándonos pequeños besos en los labios. Nada más salir nos encontramos con Luis y en ese momento deseaba estar en cualquier otro lugar, porque sabía que eso no iba a acabar nada bien…