viernes, 12 de abril de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 21.


Capítulo 21. (Final)

-Narra James-

Lo había jodido todo. Estaba enfadado con Ali y con mi madre, pero eso no me daba la libertad para hacer lo que había hecho. Me había besado con otra chica y Ali lo había visto. Estaba muy borracho, no sé como había llegado hasta allí y que hacía besando a aquella chica, pero por lo poco que recuerdo había conocido a aquella chica en el bar donde había pasado todo el día bebiendo, después me dijo si podíamos ir a mi apartamento y antes de que me diera cuenta estaba abriendo la puerta y dejando pasar a aquella chica. Ni siquiera sabía como se llamaba. Ella me había cogido la cabeza y me había besado y después vi a Ali en la puerta de mi apartamento llorando.
Salí corriendo detrás de ella gritando su nombre, no funcionó. Me senté en el suelo de una de las calles y me quedé ahí, pensando en lo que había hecho y en como Ali me había mirado. Era algo más que decepción, era como si algo hubiera muerto dentro de ella, como si algo se hubiera roto. Todo era culpa mía.
No quería regresar a mi apartamento así que cogí mi teléfono y llamé a la única persona que se me ocurrió, mi madre.
Descolgó el teléfono a los tres pitidos y su voz sonaba como si la hubiera despertado.
-¿James? ¿Eres tú? ¿Qué ha pasado?
Me puse a llorar. Hacía mucho tiempo que no lloraba, ni siquiera recordaba la última vez que lo hice.
-Ali… Se ha ido, la he cagado. Mamá, se ha ido para siempre y todo ha sido por mi culpa.
Le conté todo lo que había pasado y ella no sabía que decirme, la había cagado y ni siquiera mi madre sabía que podía hacer para arreglarlo.
Después de estar una hora hablando con ella hablando por teléfono, colgué y me fui a mi apartamento. Me duché, me cambié de ropa y comí un poco. El efecto del alcohol empezaba a desaparecer y el dolor de cabeza iba en aumento, mientras tanto el sol salía y la ciudad empezaba con su ajetreo diario.
Ya había decidido que podía hacer para intentar arreglar un poco todo lo que había hecho. No iba a funcionar, pero las cosas no podían ir a peor así que no perdía nada por intentarlo.

-Narra Ali-
Ya había terminado de volver a colocar todas las cosas en su sitio, parecía como si nunca me hubiera ido de allí aunque la casa me parecía terriblemente vacía, como si nadie hubiera entrado desde que me fui hace unos meses.
Mi casa era demasiado grande para mi madre y para mí, había tres plantas y en la segunda planta estaban los dormitorios. Tres dormitorios. El mío era el del fondo del pasillo y el de mi hermano estaba a mi lado. Desde que murió solo había entrado a esa habitación dos veces y la puerta siempre permanecía cerrada. Mi madre dormía en su habitación de matrimonio aunque parecía que solo quería utilizar la mitad de la habitación. En la planta baja estaba la cocina, el salón, dos cuartos de baños y una sala donde había un piano y un sillón, esa habitación había sido un capricho de mi padre todavía recuerdo como mi madre discutió con él por gastarse tanto dinero en una tontería como esa. Pasaba todo el tiempo que podía en esa habitación, y aunque no supiera tocar el piano, me gustaba sentarme delante y acariciar las teclas. En la tercera planta solo había una buhardilla con cajas de cosas que mi madre no quería tirar y juguetes de cuando era pequeña.
Habíamos pensado en mudarnos, pero en esa casa estaban los recuerdos de una vida y eso no se podía dejar atrás así como así.
Bajé a la cocina y me senté en la vieja mesa que teníamos en el centro, por la ventana se podía ver la calle alumbrada por las farolas ¿Cuánto tiempo había estado recolocando cosas? La verdad es que no lo sabía y tampoco me importaba mucho, no tenía otra cosa que hacer.
Llamé a mi madre y me saltó el buzón de voz así que le deja un mensaje diciendo que me llamara y que no tardara mucho en llegar a casa.
Había pasado una media hora cuando alguien llamó a la puerta, tenía que ser mi madre y no me había llamado por eso. Nunca llamaba si estaba cerca de casa o saliendo del trabajo.
Fui a abrir la puerta y donde tendría que haber estado mi madre, había una persona muy diferente con sus ojos azules directamente clavados sobre mí.
-¿Qué haces aquí James? No quiero hablar contigo.
Empecé a cerrar la puerta, pero él puso un pie para no dejarme cerrarla del todo.
-Solo déjame que te explique. – dijo en una voz muy baja, casi un susurró. En ese momento se me olvidó todo lo que me había hecho y lo único que quería era decirle que le quería. Era una estúpida.
Podía sentir como se me erizaba todo el vello del cuerpo, él nunca me había hablado de esa forma, parecía muy triste y decepcionado al mismo tiempo. No podía dejarle allí fuera, había cogido un avión y ahora estaba en mí casa, en España. Simplemente no podía dejarlo ahí fuera.
-Vale, puedes pasar, pero con una condición. Solo tienes cinco minutos para explicarte y después te irás. ¿Vale? – aunque no único que quería era decirle que no pasaba nada, no era verdad. Me había hecho mucho daño.
-Para empezar quiero decirte que al final sí he hablado con mi madre. Cuando me viste en mi apartamento con esa chica… - clavó la mirada en el suelo. – Verás, no sabía lo que hacía, estaba muy bebido y fue ella quien me besó. Nunca te habría engañado por muy cabreado que hubiera estado contigo, no soy de esos tíos.  Ahora dirás que todo el mundo dice lo mismo, que todos los tíos somos iguales, somos unos cerdos. Es posible que tengas razón, pero al James que viste anoche no soy yo en realidad. Estaba dolido, sé que eso no es escusa pero yo te quiero. ¿Me oyes? Te quiero.
¿Qué acababa de decir James? ¿Había dicho que me quería? Yo también le quería, por supuesto, pero después de lo que había pasado no le podía perdonar. Nada volvería a ser como antes.
Se produjo un silencio y solo se escuchaban nuestras respiraciones. Después, James se puso a hablar.
-Mis cinco minutos ya han pasado, solo quería que supieras eso Ali. Te debía una explicación y ya te la he dicho, aunque haya tenido que coger un avión para hacerlo. – tenía una media sonrisa en la cara que pronto se fue.
Se dio media vuelta y se fue, cerrando la puerta tras él. ¿En serio iba a dejar que se fuera? Me había hecho daño, sí, pero había hecho esto por mí… Un error lo comete cualquiera, aunque no confiaba en él igual que antes tenía que darle una segunda oportunidad. Una vez me dijeron que la soledad no viene por ella sola, nosotros elegimos estar solos. Me sentía así hasta que James apareció en mi vida, no iba a dejar que se fuera de mi lado. No iba a ser como con mi padre y mi hermano, eso no estuvo en mis manos pero esto sí lo estaba.
Abrí la puerta y salí al jardín, la noche era fría y solo llevaba una camiseta fina y unos vaqueros, empecé a tiritar en cuanto salí. James estaba ya por la mitad de la calle así que corrí tras él.  
Cuando logré alcanzarle, ya no sentía frío. Le cogí de la manga, le giré y le besé. Al principio él parecía algo desconcertado, pero después puso sus manos en mi espalda y me atrajo más hacía él y yo enredé mis dedos en su cabello. Me separé de él, nuestras narices todavía se tocaban y nuestras respiraciones se mezclaban.
-James, yo también te quiero. Me enamoré de ti desde que nos vimos en aquel aeropuerto y me choqué contigo. Los chicos como tú nunca ven a las chicas como yo, pero tú si me ves. Si no hubiera sido así, estarías en Londres con la chica de tu apartamento, pero ahora mismo estás conmigo y eso es lo que cuenta. Te perdono, pero no olvido lo que ha pasado. Es tu última oportunidad.
Después de decir todo eso, me volvió a besar, esta vez el llevaba la delantera y me pilló a mí por sorpresa. Se separó de mí y aunque yo quería seguir besando sus labios, me susurró al oído “Te quiero.”



Solo quería daros las gracias por leer esta historia y por seguir leyéndola aunque me retrasara mucho en subir capítulo y la mayoría fueran muy mierderos. Espero que hayáis disfrutado esta historia y a lo mejor empiezo otra dentro de unas semanas.