sábado, 26 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 10.

-Narra James- 


El cumpleaños de Ali era en dos semanas, yo le había prometido una sorpresa y no sabía nada de ella. Solo sabía que su padre y su hermano habían muerto en un accidente y que ella había venido a Londres para buscar una nueva vida. 
Eso no es suficiente para darle una sorpresa. Necesitaba saber más cosas de ella. 
-¿Que tal si vamos a Hyde Park? - pregunté. 
-¡Claro! - respondió ella sonriendo. - Pero una cosa, ¿Sabes llegar desde aquí hasta Hyde Park? 
-Por supuesto, tú sígueme. 
Mierda, en realidad no sabía como llegar a Hyde Park desde allí, no tenía ni idea así que callejearía un poco y con muchísima suerte llegaríamos. Llevaba mi gorra de la suerte y eso me tendría que ayudar. 
Cuando llevábamos una media hora andando Ali se dio cuenta de que no sabía llegar. 
-James, ¿Seguro que sabes llegar? 
-La verdad es que no, ahora mismo estamos perdidos por Londres y no es que sea una ciudad muy pequeña. 
-Vale, entonces no sabemos donde estamos. Estamos perdidos en una de las miles de calles de Londres. ¿Y ahora que se supone que tenemos que hacer? - dijo mientras se paraba en seco. 
-Siempre podemos ir a buscar la aventura. Antes o después saldremos a una de las calles principales de la ciudad. 
Ahora tenía una oportunidad para preguntarle más cosas y saber más cosas sobre ella. Le pregunté sobre sus gustos musicales y me dijo que uno de sus cantantes favoritos era Ed Sheeran, me sonaba su nombre pero realmente no sabía quien era. 
-¿Y que música escucha un chico como tú? - preguntó Ali mientras sonreía.
-Es la segunda vez que dices un chico como yo, ¿Un chico como yo en que sentido? Y a "los chicos como yo" le gusta todo tipo de música. Últimamente estoy muy enganchado a una canción que se llama The A Team, ¿Sabes cual es? 
-Por supuesto que lo sé, es una canción de Ed Sheeran. Es una de mis preferidas. - dijo Ali mientras me miraba. 
-Vale, soy muy estúpido. Me gusta una canción y no sé de quien es. Ya me puedes matar. 
-Tranquilo. No te pienso matar si me llevas de una vez a Hyde Park. 
-Eso va a estar difícil. - sonreí a Ali. 
Y era verdad, iba a ser difícil encontrar Hyde Park teniendo en cuenta que no sabíamos donde estábamos. Tampoco me importaba estar perdido en Londres con una chica como Ali. No era una chica como las demás, tenía un algo especial. Esa chica era especial y yo le había salvado la vida. 
Una hora después estábamos los dos cansados de callejear y cuando nos íbamos a dar la vuelta para regresar, vimos una calle que daba a otra calle todavía más grande. Era una calle principal que no me acuerdo de su nombre. Pero seguro que desde allí podríamos llegar fácilmente a Hyde Park. 
-Mira, creo que ya nos hemos encontrado. - dije mientras señalaba a la calle. 
-Creo que ya iba siendo hora, la verdad. 
En diez minutos estábamos en Hyde Park. 
-Es mucho más grande de lo que recordaba. - dije mientras me colocaba bien la gorra. 
-Es la primera vez que vengo a este parque. 
-Es la primera, pero no será la última. 
Nos sentamos en el césped, a la luz del sol ya que hacia bastante frío y estar quietos no ayudaba mucho. 
Allí estaba, en Hyde Park con Ali. Estaba muy nervioso y no sabía porque, creo que es porque tengo a Ali demasiado cerca y eso me pone nervioso. No quiero que ella me ponga nervioso, pero tampoco quiero ser como era antes.

domingo, 20 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 9.


-Narra Ali-

James te salva y tu reaccionas llorando, así no vas bien Ali. Ahora estaba sentada en su sofá con una taza de chocolate caliente en las manos. Ese chico era un amor, no me conocía de nada y me había salvado la vida. Tenía la mirada clavaba en la taza de chocolate y solo tenía una cosa en mi mente, la muerte de mi hermano y de mi padre. Yo estaba delante cuando pasó y las imágenes que recordaba pasaban a toda velocidad por mi mente. No podía permitirme volver a caer en una depresión, no podía. Pero James y yo podríamos haber muerto. Podríamos haber muerto los dos, como le pasó a mi hermano y a mi padre.
-Mi padre y mi hermano fallecieron en un accidente de coche hace tres años. Les atropelló un autobús, mi padre intentaba apartar a mi hermano de la carretera y los atropelló a los dos. – dije sin casi darme cuenta.
-Ali, lo siento mucho. – dijo James que se había acercado donde yo estaba sentada, ahora estaba junto a mí.
-No pasa nada, lo tengo ya superado – mentí, dos pérdidas así nunca se superan – pero cuando me has empujado para que no me atropellara el coche, ¿No has pensado que podríamos muerto los dos?
-No pensé en eso, solo pensé que no te podía atropellar ese coche.
Había un silencio sepulcral entre nosotros ahora mismo. No sabía que decir, había arriesgado su vida por mí. James era especial, de eso ya no cabía duda.
Le miré las manos y llevaba los nudillos despellejados y algo ensangrentados.
-¿Qué te ha pasado en las manos? – pregunté, mientras se las cogía.
-Nada, debe de haber sido del golpe que me he dado con el asfalto.
-Pues haya sido lo que haya sido, te tienes que curar esas heridas.
Lo acompañé hasta el baño y él sacó un pequeño botiquín de uno de los armarios del baño.
-Déjame a mí, me has salvado la vida y es lo menos que puedo hacer.
Le cogí las manos, se las curé y se las vendé. Esto me recordaba a cuando le curaba a mi hermano las heridas que se hacía cada vez que iba al parque, siempre volvía llorando y siempre le tenía que curar yo las heridas. Lo echaba de menos, echaba de menos su forma de reír y la forma en la que nos picábamos. Echaba de menos a mi hermano y nunca iba a volver, eso era lo que más me dolía. Tenía diez años cuando murió, todavía le quedaba toda la vida por delante, pero le habían robado su vida, a él y a mi padre.
-Muchas gracias Ali. – me sonrió James.
-No es nada, como he dicho antes tú me has salvado la vida y es lo menos que puedo hacer.
Los dos volvimos a salir al salón. El apartamento de James era muy pequeño, tenía una habitación, un salón no muy grande, una cocina y un baño. Lo suficiente para él. El apartamento estaba bastante desordenado. Ya sabía la única cosa mala que tenía: era desordenado.
-¿Tienes hambre? Podríamos ir juntos a comer algo. – dijo, mientras se ponía su gorra lila.
-Claro que sí. ¿Dónde podemos ir?
La verdad es que tenía hambre y no podía decirle que no a James.
-Conozco un par de sitios, vamos.
Salimos los dos de su casa y fuimos otra vez a la calle, hacía mucho frío. Callejeamos hasta llegar a una pizzería. No sabía como James podía conocer aquel sitio, estaba alejado de todo, perecía que habíamos vuelto a España y estábamos en un pueblo perdido. No parecía que estuviéramos en una de las ciudades más importantes del mundo.
-Ya hemos llegado.
-Una pregunta, ¿Cómo conoces este sitio? Parece que está alejado de todo.
-Cuando era pequeño vivía en un pueblo cerca de aquí y mis padres me traían a Londres casi todos los fines de semana. Me enseñaban la ciudad y todavía recuerdo algunos lugares. ¿Entramos?
-Claro.
Cuando entramos el olor a queso lo inundaba todo, parecía una de las pizzerías que había visto en algún reportaje sobre Italia. No parecía que estuviéramos en Londres.
Nos sentamos en una mesa un poco alejada y cogí la carta. Todo estaba escrito en italiano, pero por suerte estaba traducido al inglés.
-¿Qué vas a tomar? – preguntó James mientras cerraba la carta y la dejaba en la mesa.
-Supongo que una pizza margarita, ¿Y tú?
-Yo una pizza de la casa. Siempre me las pedía cuando venía aquí con mis padres.
Vino en camarero y nos tomó nota. James y yo empezamos a hablar y solo paramos cuando vino el camarero a traernos la comida. Los dos nos reíamos y esta vez mi risa no era una risa forzada, me lo estaba pasando bien y cada vez tenía más claro que ese chico valía mucho la pena. Era guapo, simpático y me hacía reír.
No sé como, pero salió el tema de los cumpleaños. Solo faltaban dos semanas para el mío. Cumplía 22 años y este era el primer año que lo pasaba lejos de mi casa y de mi madre.
-Así que tu cumpleaños es dentro de dos semanas, ¿No? Te daré alguna sorpresa.
-Tienes que saber una cosa, no me gustan las sorpresas así que no te esfuerces.
-Yo creo que esta sorpresa si te gustará – rió James.
Nos levantamos, pagamos y salimos una vez más a la calle. Eran las tres y llevaba desde las once de la mañana fuera de mi apartamento. El tiempo se me había pasado volando y de momento no tenía pensamiento de volver, estaba bien con James y no quería despedirme de él.

sábado, 19 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 8.


-Narra James- 

Un sonido me despertó, alguien me estaba llamando por teléfono, ¿Quien llama a las ocho de la mañana un domingo? 
-¿Si, quien es? - pregunté mientras me aclaraba la voz. 
-Hola James, soy mamá. ¿Estás ocupado? Necesito hablar contigo y es muy urgente. - dijo con tono de preocupación. 
-Ahora mismo puedo hablar, ¿Que pasa? 
-Es tu abuelo, murió anoche.
-¿Que? ¡Pero si estaba bien! ¿Como ha sido? - gritaba al teléfono mientras me sentaba en la cama. 
-James, tu abuelo no estaba bien. Tenía cáncer desde hacía siete meses y estaba muy avanzado. 
-¿Y por que yo no lo sabía? 
Mi madre me había ocultado muchas cosas y en el fondo lo comprendía, pero no comprendía porque me había ocultado esto. No podía hacer eso. 
-Ya sabes, no hablabas con nosotros y pensamos que era mejor no molestarte con estas cosas...
Colgué el teléfono. No podía seguir escuchando a mi madre y sus escudas baratas. Vale que es verdad que no hablaba con mi familia pero eso no les daba derecho a no contarme que mi abuelo estaba enfermo. Él y yo estábamos muy unidos y él ya no estaba allí. Me derrumbé. Le di puñetazos en las paredes hasta que me sangraron los nudillos. No podía seguir en el piso, me puse unos vaqueros, una sudadera gris y una chaqueta azul marino. También me llevé mi mochila amarilla y salí pitando del apartamento. 
El viento frío y contaminado del centro de la ciudad me dio en la cara.
Iba andando sin rumbo, solo quería olvidarme de todo y quería que mi abuelo estuviera a mi lado. Él es el que hizo que siguiera estudiando y me sacara la carrera, él me ayudó en todo lo que pudo y más. Él siempre estuvo allí y yo no había estado cuando había estado enfermo, no me lo iba a perdonar nunca. Lo había defraudado y ahora no podía hacer nada para arreglarlo. 
Iba andando por una de las callejuelas que tenía la ciudad y cuando torcí una esquina para salir a una calle más grande vi a Ali. Llevaba unos pantalones rojos y una chaqueta negra y llevaba el pelo suelto. Iba preciosa. 
Estaba cruzando una calle y vi como un coche se acercaba a ella a toda velocidad, la gente le gritaba pero ella no podía oír, llevaba puestos los auriculares. Corrí hacia ella y la tiré a un lado de la carretera justo antes de que el coche pasara a toda velocidad a nuestro lado. 
-Ali, ¿Estás bien?
Ella se dio la vuelta y me abrazó, supongo que sería su forma de darme las gracias, yo le devolví el abrazo y ella me susurró al oído “Gracias.” Cada vez había más gente e nuestro alrededor así que me levanté y ayudé a Ali a levantarse. Nos fuimos de allí, no podíamos estar rodeados de tanta gente, ella estaba incómoda y yo me estaba empezando a agobiar. Ali estaba muy seria y no había hablado nada desde el susurro de “Gracias” me estaba empezando a preocupar por ella.
-Ali, ¿Seguro que estás bien? – pregunté mientras le cogía la mano.
Entonces Ali rompió a llorar, no sabía que hacer y me la llevé a mi piso para intentar tranquilizarla porque en medio de la calle no era una buena idea. Estábamos bastante cerca así que llegamos rápido. La senté en sofá y le di una taza de chocolate caliente. Ella ya no lloraba pero tenía la mirada perdida. Me gustaría volver a abrazarla para hacerle saber que estaba aquí con ella y que me podía contar lo que le pasaba, pero no creo que fuera buena idea.
-Mi padre y mi hermano fallecieron en un accidente de coche hace tres años. Les atropelló un autobús, mi padre intentaba apartar a mi hermano de la carretera y los atropelló a los dos. – dijo Ali con la miraba fija en la taza de chocolate que le había dado.
-Ali, lo siento mucho.
-No pasa nada, lo tengo ya superado pero cuando me has empujado para que no me atropellara el coche, ¿No has pensado que podríamos muerto los dos?
-No pensé en eso, solo pensé que no te podía atropellar ese coche.
Un muro de silencio se puso entre nosotros. Bien James, la has cagado pero bien.

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 7.


-Narra Ali- 

Jen parecía simpática, tenía unos 35 años y era blanca como el papel. Su pelo era rubio y sus ojos eran de color azul claro. Ahora Jen estaba de un lado para otro colocando cosas y yo estaba allí con James. 
-¿Qué te parece trabajar aquí? – pregunté. 
-Bueno, no está mal. ¿A ti que te parece?
-Todo parece como si no fuera real, como si todo esto fuera otro sueño más en los que estoy en Londres, no me creo que ahora esta sea mi vida. Necesito que me pellizquen para saber si esto es real y no es un sueño más.
Mierda Ali, le estabas contando cosas que a él no le interesaban lo más mínimo. 
James me cogió la mano, su mano estaba caliente y me sentía cómoda cuando él me sujetaba la mano. Entonces me pellizco en la palma.
-¿Te parece que esto no es real? - preguntó. 
No pude evitar sonreír y mirarle a los ojos, esos ojos azul verdoso. 
-No, me parece muy real. – contesté mientras le miraba.
Todo a nuestro alrededor se congeló. De repente notamos bullicio a nuestro alrededor eran las diez, hora de empezar a trabajar.
No vi a James en todo el día, estaría demasiado ocupado. Ali, no puedes empezar a comerte la cabeza, te ha cogido la mano para pellizcarte y ya está. No hay más explicaciones, no te comas la cabeza. Eso intentaba pensar, pero solo había una idea que rondaba mi cabeza, ¿Sería así James con todas las chicas? Supongo que si, yo no soy especial y por lo tanto no hace falta que me trate de forma especial.
El día terminó y yo seguía dándole vueltas a lo que había pasado con James aquella mañana, cuando llegué a casa sobre las diez me fui directa a mi cuarto. No podía cenar, seguía pensando en James. Me quedé dormida sin darme cuenta y cuando me desperté estaba ya de día, pero era domingo, no tenía que ir a trabajar. Miré el reloj y eran las siete de la mañana, ¿Qué hacía despierta un domingo a las siete de la mañana? Me tapé la cara con la almohada y seguí durmiendo.
Me volví a despertar tres horas después y oía golpes que venían de la cocina. Me levanté y salí de mi habitación. Katy se estaba peleando con la cafetera.
-¿Por qué no funcionas cacharro estúpido? – gritaba a la cafetera mientras le daba golpes.
-¿Me dejas probar a mí? – pregunté con voz ronca.
-Sí, inténtalo.
Le dí al botón grande y rojo que había en la cafetera y el café empezó a salir. Me tomé una taza de café y me vestí, necesitaba salir por Londres y terminar de creerme que mi nueva vida había empezado. Me puse un jersey negro y unos pantalones rojos y salí a explorar la cuidad.
Fui a Oxford Street, Buckingham Palace, Hyde Park, London Eye, Big Ben y otros muchos lugares importantes de Londres. Empezaba a creerme que esa iba a ser mi nueva vida.
Estaba cruzando una calle e iba muy distraída con mis pensamientos y con la música, no oí los gritos de las personas. No oí ningún grito hasta que un chico se abalanzó sobre mí y me apartó de la carretera justo antes de que pasara un coche a toda velocidad. Ese chico me acababa de salvar la vida. Podría haber muerto en ese momento, pero él me había apartado. Podríamos haber muerto los dos, pero ahí estábamos, tirados en la carretera mientras un grupo de gente se ponía a nuestro alrededor.

domingo, 13 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 6.


-NARRA JAMES- 

Ali y yo estábamos delante de la tienda, intentando que la conversación fluyera un poco, pero no lo conseguíamos. A la media hora de estar allí con Ali, apareció una chica rubia, no muy alta y con la piel muy blanca, como la nieve. Aquella chica llevaba mucha prisa, como si llegara tarde a algún sitio. Se paró delante de la tienda, sacó un montón de llaves y se puso a buscar la llave que abriera el candado de la tienda.
-¿Crees que nos deberíamos acercar?- preguntó Ali que seguía a mi lado.
-Sí, yo creo que deberíamos acercarnos.
Nos acercamos a aquella mujer y pude oír como maldecía algo por lo bajo.
-Maldita sea, donde estarán las llaves…- dijo aquella mujer rubia.
-Ho, hola ¿Trabajas aquí? – conseguí decir.
-Por supuesto que trabajo aquí, ¿Y vosotros sois...? – preguntó mientras seguía buscando la llave del candando.
-Yo empiezo hoy a trabajar, me llamo James y esta es Ali.
-Ah, con que sois los nuevos, ¿No? Yo soy Jen y soy vuestra jefa a partir de ahora. – nos hablaba sin mirarnos y tardé un poco en entender lo que nos decía. - ¡Al fin he encontrado la llave!
Ali y yo esperamos a que abriera la puerta para poder pasar a la tienda. Por dentro estaba todo oscuro, pero en cuanto Jen encendió las luces pude ver que todos los mostradores estaban llenos de ropa, de todos los colores y tejidos posibles. La tienda estaba distribuida en dos partes, una de hombres y otra de mujeres y en medio de las dos zonas estaba el gran mostrador donde se encontraban las cajas registradoras. Ali se quedo bastante boquiabierta, creo que todavía no se creía que iba a trabajar ahí, supongo que para las chicas sería como un paraíso.
-A partir de hoy vais a trabajar aquí, – dijo Jen señalando a toda la tienda – vuestro trabajo será básicamente doblar camisetas y ayudar a los clientes a encontrar lo que buscan. Ah, y una cosa más la tienda abre a las diez de la mañana por lo que no hace falta que vengáis aquí tan temprano.
Ali y yo nos quedamos allí de pie, esperando a llegara alguien más.
-¿Qué te parece trabajar aquí? – preguntó Ali.
-Bueno, no está mal. ¿A ti que te parece?
-Todo parece como si no fuera real, como si todo esto fuera otro sueño más en los que estoy en Londres, no me creo que ahora esta sea mi vida. Necesito que me pellizquen para saber si esto es real y no es un sueño más.
Le cogí la mano a Ali, estaba fría y parecía muy frágil, como si se fuera a romper en cualquier momento. Le pellizqué en la palma de la mano.
-¿Te parece que esto no es real?
-No, me parece muy real. – sonrió Ali mientra me miraba a los ojos.
Nos quedamos así unos minutos, yo cogiéndole la mano y ella mirándome a los ojos. De repente toda la tienda se llenó de gente. Ya eran las diez. Le solté la mano a Ali y los dos nos dimos la espalda y nos pusimos a trabajar.
Solo paré de doblar camisetas para comer y después seguí, hasta las nueve y media que terminaba mi turno. Salí a la calle y hacía mucho frío, me abroché la chaqueta hasta arriba y me fui directo al metro. Llegué a mi apartamento sobre las diez de la noche y me tiré en el sillón. Antes de que me diera cuenta estaba durmiendo y soñando con Ali.

viernes, 11 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 5.

-NARRA ALI-

Había sido una noche horrible, me había metido en el baño a llorar y había estado allí horas y horas, aunque Katy me llamaba al otro lado de la puerta hacía como si no la oyera, estaba sentada en el suelo con la barbilla apoyada en las rodillas y notando como las lágrimas caían por mi cara. Al principio me las secaba con pañuelos, pero después paré de hacerlo porque no servia de nada. Cuando salí del baño el sol ya estaba saliendo y encontré a Katy, con un pijama de felpa rosa, durmiendo al lado de la puerta del baño. Parecía pequeña, indefensa allí dormida. Me daba pena despertarla, pero no iba a ser bueno para su cuello que se quedará allí toda la noche así que la desperté lo más suave que pude. 
-Mmm... ¿Que pasa?- pregunto Katy con voz de estar todavía durmiendo. 
-Nada, Katy, sigue durmiendo.- susurré. 
La llevé a su habitación y la acosté en su cama, miré el reloj y eran las cinco de la mañana. Me acosté en mi cama intentando dormir, pero no sirvió de nada. Me puse a pensar y sin saber como me quedé dormida, solo me di cuenta cuando mi ruidoso despertador empezó a sonar. La última vez que había mirado el reloj eran las seis de la mañana, solo había dormido una hora escasa. Estaba demasiado cansada. Pensé en quedarme en la cama todo el día, pero entonces Katy entró a mi habitación. 
-Buenos días Ali - dijo con muy buen humor- ¿Como estás querida? 
-Estoy mucho mejor que anoche, gracias. Pero tengo bastante hambre, ¿Nos vamos a desayunar? 
-¡Por supuesto! - gritó. 
Salió de la habitación dando un portazo y yo me puse a arreglarme. Cogí una camiseta negra, unos vaqueros claros y mis Converse negras. Me peiné rápido y me puse un poco de maquillaje, aunque no sirvió de mucho. 
Cuando salí de la habitación Katy también se había arreglado y se estaba poniendo unos mocasines negros. Cuando me vio se giró y me dirigió una sonrisa. Salimos de la casa sobre las siete y media de la mañana. La temperatura era muy baja y cuando hablaba salía bao. 
Katy y yo desayunamos en una pequeña cafetería cerca de nuestro apartamento, me despedí de ella y me fui a coger el metro para llegar a la hora a mi trabajo. Cuando entré a la estación de metro me puse mi música en el iPod. Subí al metro y cuando llevaba unos diez minutos dentro se me calló el iPod al suelo y los cascos de desconectaron, justo cuando estaba sonando una de mis canciones favoritas en ese momento The A Team de Ed Sheeran. En realidad, la música que tenía se podía resumir en Ed Sheeran. Él y sus canciones me habían ayudado mucho.
Llegué al trabajo y la tienda estaba cerrada. De repente oí como alguien gritaba mi nombre y antes de que me diera cuenta allí estaba James, delante de mí con su gorra lila. 
-¡Hola! ¿Que haces tu por aquí? - preguntó mientras se colocaba bien la gorra. 
-Pues la verdad es que trabajo aquí, empiezo hoy. ¿Y que hace un chico como tú a estas horas aquí? 
-¿Un chico como yo? Yo también empiezo hoy a trabajar, seremos compañeros de trabajo como puedo ver. - rió James.
-Sí, eso parece. – sonreí.
Los dos nos quedamos allí, esperando delante de la tienda a que llegara alguien. La conversación no era muy fluida y los silencios eran muy incómodos. Media hora después llegó una chica rubia. Parecía que había estado corriendo y tenía la respiración acelerada. 

domingo, 6 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 4.

-NARRA JAMES-

Siete de la mañana, el sol ya se colaba entre las cortinas y yo seguía metido en la cama. Ese día empezaba mi nuevo trabajo, pero la cama era demasiado cómoda para levantarme. Al final conseguí levantarme y me hice el desayuno, un café con leche y un tazón de cereales.
Mi apartamento era bastante pequeño y no sé como había hecho para que estuviera tan desordenado si no llevaba ni un día allí. La ropa que había llevado el día anterior, una gorra lila de los New York Yankies, unos vaqueros y una sudadera que estaba un poco manchada de Coca-Cola debido a mi choque con Ali, estaba por el suelo y había tres cervezas y cortezas de pizza de la noche anterior. Era muy desordenado, lo había sido toda mi vida y mi madre se había cansado de decírmelo. Los últimos dos años que viví con ella no entraba a mi habitación y yo era incapaz de ordenarla así que siempre estaba hecha un caos, solo entraba allí para coger la ropa y dormir. Ninguna de mis novias hasta ahora había entrado a mi habitación.
Se me estaba haciendo tarde, tenía que estar en el trabajo a las nueve de la mañana, eran las ocho y estaba sentado delante de la taza de café vacía. Nunca más quedarse despierto hasta las dos de la madrugada viendo la televisión. Había dormido apenas cinco horas. Me puse una sudadera limpia y los pantalones que llevaba el día anterior y por supuesto mi gorra lila de los New York Yankies. La llevaba desde que tenía unos quince años y parece extraño, pero siempre me había dado suerte y ese día no podía olvidármela en casa. Salí de mi apartamento y la temperatura todavía era demasiado baja y aunque llevaba la chaqueta abrochada seguía sintiendo frío.
Entré a la estación de metro y había mucho ajetreo, miles de vidas que iban de arriba abajo, a sus trabajos, a la universidad, a cualquier sitio y yo era uno más de miles. Uno más que cogía el metro para llegar al trabajo a hora.
Cuando estaba montado en el metro, a alguien se le desenchufaron los auriculares del móvil y empezó a sonar una canción que me sonaba mucho. Una de mis canciones favoritas. The A Team, de un artista que ahora no lograba acordarme. Fueron unos cinco segundos, pero supe identificarla perfectamente. En ese momento era mi canción favorita.
Bajé del metro y salí muy cerca del lugar al que iba a ir todas las mañanas. Una de las cientos de tiendas de Hollister que había en Londres. Mi nuevo puesto de trabajo. Había conseguido este puesto de trabajo gracias a Internet. Yo era de un pequeño pueblo cerca de Londres que se llamaba Canterbury, pero nos tuvimos que ir de allí para mudarnos a España, así que dominaba perfectamente el inglés y el castellano. Eso me había servido mucho mientras estaba estudiando en España.
Fui andando hasta la tienda y fuera había una persona a la que yo conocía. Esperando en la puerta de la tienda estaba ella. Ali.

sábado, 5 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 3.


-
-NARRA ALI-

Llegué a mi apartamento sobre las tres. El apartamento no era muy grande, tenía dos habitaciones, un salón, una cocina y un baño. Era suficiente para mí. Empecé a deshacer la maleta y a colocar las cosas en su sitio. Cuando ya estaba casi todo colocado llamaron a la puerta. ¿Quien será? No conocía a nadie ¿Quien iba a venir a visitarme? Abrí la puerta y vi a una chica con una maleta el doble de grande que la mía y de color fucsia. 
-¡Hola! Yo soy Katherine, pero me puedes llamar Katy. ¿Puedo pasar verdad? - dijo aquella chica con mucho entusiasmo.
-Si... Claro que puedes pasar.- antes de que terminara de decir esa frase Katy ya estaba dentro de la casa mirándolo todo de arriba a abajo.- ¿Que haces aquí Katy?
-¡Soy tu compañera de piso! ¿No te dijeron que tenías que compartir el piso? Bueno no pasa nada, seremos como hermanas. - aquella chica hablaba mucho y me estaba entrando dolor de cabeza con solo oírla. 
-Si, supongo que ahora seremos como hermanas. 
-Bien, ¿Y cual es mi habitación? 
Le señale la habitación que había quedado libre y empezó a tirar de su maleta para meterla dentro de la habitación y deshacerla. No se donde iba a meter tanta ropa, a mí prácticamente no me cabían las cosas y ella llevaba más del doble.
Dejé a Katy peleándose con sus cosas y salí a dar un paseo por Londres, hacía dos años que no iba allí y había echado mucho de menos pasear por aquella ciudad siempre ajetreada, siempre con cosas que hacer, siempre con vida. Cuando iba andado jugaba a inventarme vidas de las personas que pasaban al lado de mí. Un hombre con traje y con mucha prisa que a lo mejor iba camino del hospital porque iba a nacer su primer hijo, parejas felices que tal vez estuvieran allí de luna de miel. Todas las vidas parecían continuar, menos la mía. Desde que mi hermano y mi padre fallecieron una parte dentro de mí se fue con ellos. La parte que hacía que sonriera porque estaba realmente feliz y no solo para que no me pregunten que me pasa, la parte que vivía la vida día a día y no tenía ninguna preocupación. Esa parte se había ido y se había quedado la parte de mí misma que más odiaba, la parte que llora todos los días, la parte que está harta de vivir y no encuentra su sitio en ninguna parte. La parte que a nadie le gustaba.
Cuando el sol ya se ponía empezó a entrarme hambre, ese día solo había comido la comida asquerosa que me habían puesto en el avión un poco antes de aterrizar. Eso había sido sobre la una del mediodía y ahora eran las seis de la tarde. Me acerqué a un puesto de "Hot-Dogs" y me compré uno. Eso calmó mi hambre y volví a mi casa cuando ya estaba de noche, estábamos a mediados de noviembre y se hacia de noche muy temprano. 
Llegué al apartamento y Katy estaba sentada en el sillón comiendo una porción de pizza mientras intentaba encender la tele. 
-Pero, ¿Como se enciende esto?- bufó. 
Eché un vistazo a esa chica, era una chica bajita y pequeña, que fácilmente hubiera pasado por mi hermana pequeña, tenía el pelo rubio y ondulado y sus ojos eran de un color marrón intenso. Era muy habladora y parecía muy simpática. Todo lo contrario a mí. 
-Por cierto, no sé tu nombre, has desaparecido toda la tarde.- dijo Katy. 
-Soy Ali. ¿Necesitas ayuda con la tele? - pregunté. 
-Si eres tan amable.
Encendí la tele y me senté junto a ella en el gran sillón blanco que estaba en medio del salón. Empezó a hablarme de su vida, era de un pequeño pueblo llamado Doncaster, tenía tres hermanos mayores y ella era la más pequeña. Tenía una carrera de la universidad. De pequeña había tenido un perro que se llamaba John. Lo sabía todo sobre ella en menos de dos horas y sabía que pronto tenía que empezar a contar yo mi vida. Mi patética, aburrida y deprimente vida. Empecé a contar todo lo que me había pasado, empezando por la muerte de mi hermano y de mi padre. Notaba como poco a poco se me hacía un nudo en la garganta, pero seguí hablando hasta que lo solté todo y entonces me fui corriendo al baño para poder llorar sin que Katy me viera, me acababa de conocer y no podía verme llorar tan pronto.

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 2.


-NARRA ALI-

Entré en la primera tienda que vi abierta y me compre una camisa blanca con puntos negros. Sabía que con eso iba a pasar frío así que también me compré una chaqueta negra. 
-Atención, última llamada para los pasajeros del vuelo 3719J con destino a Londres. - dijo una voz robótica que se escuchó por todo el aeropuerto.
Ese era mi vuelo, me puse a correr otra vez y llegué justo a tiempo al avión. Me senté en mi asiento y esperé a que el avión despegara. Una vez que estábamos en el aire pude encender mi IPod y ponerme a escuchar música para irme a mi pequeño mundo. Pensé en el chico alto con el que me había chocado y lo guapo que era. Era totalmente inaccesible para mí. En el instituto siempre había sido la rara, la que no había salido con ningún chico, solo he salido con uno y no fue especialmente bien. Además, ¿Quién me iba querer a mí? Solo era una chica del montón, metro sesenta y poco, castaña y ojos verdes. Era una chica más que había encontrado su salvación en la música. La música era todo lo que me quedó después de perderlo todo, después de perder a mi padre y a mi hermano pequeño en un accidente de coche. En ese momento no me quedaba nada, bueno, tenía a mi madre pero nunca había estado muy unida a ella y aunque eso debería habernos unido, nos separo. Yo me fui a mi mundo y ella de encerró en el suyo. Yo estaba en un hoyo que cada vez iba cavando más y más, hasta que descubrí la música y todo lo bueno que me trasmitía. Gracias a ella ahora sigo aquí. Si no, no hubiera sido capaz de soportar esas dos pérdidas. La música me enseñó la frase "STAY STRONG", que por muy mal que lo estés pasando siempre hay una salida para todo, siempre hay una luz al final del camino. Se lo debo todo.
Hora y media de viaje en avión me llevó a la ciudad de mis sueños. Me asomé por la ventanilla y a lo lejos se podía ver el Big Ben y el London Eye. Por fin me sentía como en casa. 
Bajé del avión y me dirigí a la recogida de maletas, era la primera vez que tenía que esperar a mi maleta yo sola, siempre tenía compañía. Ahora si que empezaba a sentirme sola. Veía mi maleta y me alegré de ver que ver que estaba en perfecto estado. Me acerqué a cogerla y, como no, me caí al suelo del peso. Me caí encima de un chico, un chico con la gorra lila de los New York Yankies. No, ese chico otra vez no. 
-Perdón, ¿Estás bien? - pregunté a aquel chico que unas horas antes me había manchado el jersey con Coca-Cola. 
-Si, no te preocupes. ¡Anda! Pero si eres la chica de la Coca-Cola. ¿Seguro que no te has caído encima de mí a propósito? - dijo con una enorme sonrisa. 
Se le había caído la gorra y ahora si le podía ver bien los ojos. Eran azul, pero no un azul normal, eran azul verdoso. Siempre le daba mucha importancia a los ojos de las personas. Durante toda mi vida me había fijado en muchos ojos, pero nunca había visto unos como esos. Había visto ojos amarillos, verdes, azul celeste, grises, marrones, incluso había visto un ojo de cada color, pero esos ojos eran algo que nunca había visto. Escondían algo y quería saber que es eso que escondían. 
Me levanté del suelo y aquel chico también se levanto y me ayudó a coger mi maleta. 
-Por cierto, me llamo James, ¿Y tú como te llamas? - preguntó James.
-Soy Ali. 
-Encantado de conocerte Ali.
-Mejor será que me vaya, no quiero que se me haga tarde para llegar a mi apartamento. - seguidamente cogí mi maleta y me di la vuelta rápidamente. 
Me fui hacia la puerta del aeropuerto y paré a un taxi para que me llevara a mi nuevo apartamento donde iba a empezar mi nueva vida. 

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 1.


-NARRA ALI-

-Mierda, mierda, mierda. No puede ser esta hora. Mierda. Me he quedado dormida. 
Esas fueron las primeras palabras que salieron de mi boca esa mañana tan importante.
-¿Cómo te has podido quedar durmiendo Ali? Tienes un avión que coger.
Ese día me iba a Londres cuatro meses y yo me había quedado durmiendo. Típico en mí, solo hace falta que haya una posibilidad entre un millón de que las cosas salgan mal para que salgan mal. No me había quedado durmiendo en todos mis años de universidad y justamente ese día me tenía que quedar durmiendo. Mi madre se había ido un poco antes de las siete de la mañana a trabajar y yo la había oído coger las llaves del coche y pegar un portazo. Se supone que me tendría que haber levantado a las nueve de la mañana para llegar al aeropuerto a las once como muy tarde, y aquí estaba yo, eran las once y seguía en pijama. Tenía que llamar a un taxi, peinarme, desayunar y arreglarme un poco. Demasiadas cosas para tan poco tiempo.
Unos pantalones vaqueros, mis queridas Converse negras y un jersey azul era la ropa que me iba a acompañar ese día. Llamé al taxi y cuando llegó saqué la maleta torpemente por la puerta. Una vez que me monté en el taxi, me desconecté un poco, me puse mi querida música que tanto me había ayudado y llegué al aeropuerto.
Facturé mi maleta y salí pitando para llegar a la puerta de embarque. Mi vuelo había sido retrasado, eso me tranquilizó un poco y me pude sentar en una pequeña cafetería del aeropuerto desayunar.
Un capuchino con mucha nata fue mi desayuno. Me quedé sentada en aquella cafetería y me puse a pensar, ¿A dónde iba? Iba a Londres en busca de una nueva vida, pero en realidad allí no tenía nada, solo un contrato con Hollister para doblar camisetas. ¿Iba a ser así toda mi vida? ¿Solo servía para doblar camisetas? Espero que no y que encuentre otro trabajo que me permita estar más tiempo en aquella ciudad que amaba desde bien pequeña. Las primeras palabras de un niño son “Papá” o “Mamá”, según mi madre mi primera palabra fue “Londres”. Pagué el desayuno y me fui a dar una vuelta. 
Me puse la música y todo lo demás desapareció, estaba en mi mundo. Desafortunadamente, me choqué con un chico que me tiró toda su Coca-Cola por mi jersey azul y yo me caí al suelo. 
El chico era muy guapo, metro ochenta o tal vez un poco más, pelo castaño, ojos ¿azules? La verdad es que los llevaba escondidos debajo de una gorra lila de los New York Yankies.
-Perdón, ¿Estás bien? – esas fueron las primeras palabras que me dijo aquel chico mientras me ayudaba a levantarme del suelo.
-Si, estoy bien. La culpa ha sido mía. 
-Creo que tu jersey no está tan bien. Perdón, soy nuevo en esto de los aeropuertos. Demasiado ajetreo. – dijo aquel chico con una sonrisa mientras señalaba la mancha de mi jersey.
-Por el jersey no te preocupes, aquí hay tiendas y me puedo comprar cualquier cosa.
-¿Seguro que no necesitas ayuda? Las manchas de Coca-Cola pueden ser muy traicioneras. – dijo. Aquel chico era muy simpático conmigo y eso estaba haciendo que me pusiera roja. 
-Seguro. – con esa palabra me despedí de él y me acerqué a una tienda a comprar algo que me sirviera y poder quitarme mi jersey azul manchando de Coca-Cola.



Give me love like never before.



Give a little time to me or burn this out,
we'll play hide and seek to turn this around,
all I want is the taste that your lips allow.