En lo
primero en lo que me fije fue en que era mas alto que yo, y tenía el pelo
diferente, no se expresarlo con toda claridad. Sus ojos amarillos se clavaron
en mi, y para mi en ese momento no existía nada ni nadie más, solo el y yo.
Me
acerque a el y ya empezaba a dirigirme esas miradas que me mataban, que me
daban unas ganas incontrolables de besarle.
-Hola-
le dije, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Ho,
hola- dijo, con un tono de nerviosismo que no podía evitar.
-Ya
veo que has crecido bastante, te dejé hace dos años siendo mas bajo y ahora
tengo que mirar para arriba para mirarte a la cara.- dije.
-Y
tu, tu estas no se mas guapa, a ver si me explico no es que antes no estuvieras
guapa, pero ahora estas más, más...
-
Bueno mejor dejemos este tema a un lado.
Esa
misma noche hicimos la típica quedada "inocente" en la que siempre
vas con 20 amigos más, y no se sabe cómo pero siempre se ponen de acuerdo para
dejarte sola con el chico que te gusta. Bueno pues así fue, nos dejaron a solas
por el sitio que para mi era el sitio mas romántico de toda la
playa en el que solo se nos podía ver por la luz de la luna y de las estrellas.
Era un paseo al lado del mar y en el que se podía escuchar el rumor de las
olas.
Me
quité los zapatos y, aunque suene un poco infantil, me fui a jugar con las
olas. El se quedo sentado en la arena a unos cuantos
metros de la orilla, a la luz de la luna lo podía ver a la perfección y sabía que
el me también me podía ver a mi.
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