sábado, 5 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 3.


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-NARRA ALI-

Llegué a mi apartamento sobre las tres. El apartamento no era muy grande, tenía dos habitaciones, un salón, una cocina y un baño. Era suficiente para mí. Empecé a deshacer la maleta y a colocar las cosas en su sitio. Cuando ya estaba casi todo colocado llamaron a la puerta. ¿Quien será? No conocía a nadie ¿Quien iba a venir a visitarme? Abrí la puerta y vi a una chica con una maleta el doble de grande que la mía y de color fucsia. 
-¡Hola! Yo soy Katherine, pero me puedes llamar Katy. ¿Puedo pasar verdad? - dijo aquella chica con mucho entusiasmo.
-Si... Claro que puedes pasar.- antes de que terminara de decir esa frase Katy ya estaba dentro de la casa mirándolo todo de arriba a abajo.- ¿Que haces aquí Katy?
-¡Soy tu compañera de piso! ¿No te dijeron que tenías que compartir el piso? Bueno no pasa nada, seremos como hermanas. - aquella chica hablaba mucho y me estaba entrando dolor de cabeza con solo oírla. 
-Si, supongo que ahora seremos como hermanas. 
-Bien, ¿Y cual es mi habitación? 
Le señale la habitación que había quedado libre y empezó a tirar de su maleta para meterla dentro de la habitación y deshacerla. No se donde iba a meter tanta ropa, a mí prácticamente no me cabían las cosas y ella llevaba más del doble.
Dejé a Katy peleándose con sus cosas y salí a dar un paseo por Londres, hacía dos años que no iba allí y había echado mucho de menos pasear por aquella ciudad siempre ajetreada, siempre con cosas que hacer, siempre con vida. Cuando iba andado jugaba a inventarme vidas de las personas que pasaban al lado de mí. Un hombre con traje y con mucha prisa que a lo mejor iba camino del hospital porque iba a nacer su primer hijo, parejas felices que tal vez estuvieran allí de luna de miel. Todas las vidas parecían continuar, menos la mía. Desde que mi hermano y mi padre fallecieron una parte dentro de mí se fue con ellos. La parte que hacía que sonriera porque estaba realmente feliz y no solo para que no me pregunten que me pasa, la parte que vivía la vida día a día y no tenía ninguna preocupación. Esa parte se había ido y se había quedado la parte de mí misma que más odiaba, la parte que llora todos los días, la parte que está harta de vivir y no encuentra su sitio en ninguna parte. La parte que a nadie le gustaba.
Cuando el sol ya se ponía empezó a entrarme hambre, ese día solo había comido la comida asquerosa que me habían puesto en el avión un poco antes de aterrizar. Eso había sido sobre la una del mediodía y ahora eran las seis de la tarde. Me acerqué a un puesto de "Hot-Dogs" y me compré uno. Eso calmó mi hambre y volví a mi casa cuando ya estaba de noche, estábamos a mediados de noviembre y se hacia de noche muy temprano. 
Llegué al apartamento y Katy estaba sentada en el sillón comiendo una porción de pizza mientras intentaba encender la tele. 
-Pero, ¿Como se enciende esto?- bufó. 
Eché un vistazo a esa chica, era una chica bajita y pequeña, que fácilmente hubiera pasado por mi hermana pequeña, tenía el pelo rubio y ondulado y sus ojos eran de un color marrón intenso. Era muy habladora y parecía muy simpática. Todo lo contrario a mí. 
-Por cierto, no sé tu nombre, has desaparecido toda la tarde.- dijo Katy. 
-Soy Ali. ¿Necesitas ayuda con la tele? - pregunté. 
-Si eres tan amable.
Encendí la tele y me senté junto a ella en el gran sillón blanco que estaba en medio del salón. Empezó a hablarme de su vida, era de un pequeño pueblo llamado Doncaster, tenía tres hermanos mayores y ella era la más pequeña. Tenía una carrera de la universidad. De pequeña había tenido un perro que se llamaba John. Lo sabía todo sobre ella en menos de dos horas y sabía que pronto tenía que empezar a contar yo mi vida. Mi patética, aburrida y deprimente vida. Empecé a contar todo lo que me había pasado, empezando por la muerte de mi hermano y de mi padre. Notaba como poco a poco se me hacía un nudo en la garganta, pero seguí hablando hasta que lo solté todo y entonces me fui corriendo al baño para poder llorar sin que Katy me viera, me acababa de conocer y no podía verme llorar tan pronto.

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