domingo, 6 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 4.

-NARRA JAMES-

Siete de la mañana, el sol ya se colaba entre las cortinas y yo seguía metido en la cama. Ese día empezaba mi nuevo trabajo, pero la cama era demasiado cómoda para levantarme. Al final conseguí levantarme y me hice el desayuno, un café con leche y un tazón de cereales.
Mi apartamento era bastante pequeño y no sé como había hecho para que estuviera tan desordenado si no llevaba ni un día allí. La ropa que había llevado el día anterior, una gorra lila de los New York Yankies, unos vaqueros y una sudadera que estaba un poco manchada de Coca-Cola debido a mi choque con Ali, estaba por el suelo y había tres cervezas y cortezas de pizza de la noche anterior. Era muy desordenado, lo había sido toda mi vida y mi madre se había cansado de decírmelo. Los últimos dos años que viví con ella no entraba a mi habitación y yo era incapaz de ordenarla así que siempre estaba hecha un caos, solo entraba allí para coger la ropa y dormir. Ninguna de mis novias hasta ahora había entrado a mi habitación.
Se me estaba haciendo tarde, tenía que estar en el trabajo a las nueve de la mañana, eran las ocho y estaba sentado delante de la taza de café vacía. Nunca más quedarse despierto hasta las dos de la madrugada viendo la televisión. Había dormido apenas cinco horas. Me puse una sudadera limpia y los pantalones que llevaba el día anterior y por supuesto mi gorra lila de los New York Yankies. La llevaba desde que tenía unos quince años y parece extraño, pero siempre me había dado suerte y ese día no podía olvidármela en casa. Salí de mi apartamento y la temperatura todavía era demasiado baja y aunque llevaba la chaqueta abrochada seguía sintiendo frío.
Entré a la estación de metro y había mucho ajetreo, miles de vidas que iban de arriba abajo, a sus trabajos, a la universidad, a cualquier sitio y yo era uno más de miles. Uno más que cogía el metro para llegar al trabajo a hora.
Cuando estaba montado en el metro, a alguien se le desenchufaron los auriculares del móvil y empezó a sonar una canción que me sonaba mucho. Una de mis canciones favoritas. The A Team, de un artista que ahora no lograba acordarme. Fueron unos cinco segundos, pero supe identificarla perfectamente. En ese momento era mi canción favorita.
Bajé del metro y salí muy cerca del lugar al que iba a ir todas las mañanas. Una de las cientos de tiendas de Hollister que había en Londres. Mi nuevo puesto de trabajo. Había conseguido este puesto de trabajo gracias a Internet. Yo era de un pequeño pueblo cerca de Londres que se llamaba Canterbury, pero nos tuvimos que ir de allí para mudarnos a España, así que dominaba perfectamente el inglés y el castellano. Eso me había servido mucho mientras estaba estudiando en España.
Fui andando hasta la tienda y fuera había una persona a la que yo conocía. Esperando en la puerta de la tienda estaba ella. Ali.

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