sábado, 19 de enero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 8.


-Narra James- 

Un sonido me despertó, alguien me estaba llamando por teléfono, ¿Quien llama a las ocho de la mañana un domingo? 
-¿Si, quien es? - pregunté mientras me aclaraba la voz. 
-Hola James, soy mamá. ¿Estás ocupado? Necesito hablar contigo y es muy urgente. - dijo con tono de preocupación. 
-Ahora mismo puedo hablar, ¿Que pasa? 
-Es tu abuelo, murió anoche.
-¿Que? ¡Pero si estaba bien! ¿Como ha sido? - gritaba al teléfono mientras me sentaba en la cama. 
-James, tu abuelo no estaba bien. Tenía cáncer desde hacía siete meses y estaba muy avanzado. 
-¿Y por que yo no lo sabía? 
Mi madre me había ocultado muchas cosas y en el fondo lo comprendía, pero no comprendía porque me había ocultado esto. No podía hacer eso. 
-Ya sabes, no hablabas con nosotros y pensamos que era mejor no molestarte con estas cosas...
Colgué el teléfono. No podía seguir escuchando a mi madre y sus escudas baratas. Vale que es verdad que no hablaba con mi familia pero eso no les daba derecho a no contarme que mi abuelo estaba enfermo. Él y yo estábamos muy unidos y él ya no estaba allí. Me derrumbé. Le di puñetazos en las paredes hasta que me sangraron los nudillos. No podía seguir en el piso, me puse unos vaqueros, una sudadera gris y una chaqueta azul marino. También me llevé mi mochila amarilla y salí pitando del apartamento. 
El viento frío y contaminado del centro de la ciudad me dio en la cara.
Iba andando sin rumbo, solo quería olvidarme de todo y quería que mi abuelo estuviera a mi lado. Él es el que hizo que siguiera estudiando y me sacara la carrera, él me ayudó en todo lo que pudo y más. Él siempre estuvo allí y yo no había estado cuando había estado enfermo, no me lo iba a perdonar nunca. Lo había defraudado y ahora no podía hacer nada para arreglarlo. 
Iba andando por una de las callejuelas que tenía la ciudad y cuando torcí una esquina para salir a una calle más grande vi a Ali. Llevaba unos pantalones rojos y una chaqueta negra y llevaba el pelo suelto. Iba preciosa. 
Estaba cruzando una calle y vi como un coche se acercaba a ella a toda velocidad, la gente le gritaba pero ella no podía oír, llevaba puestos los auriculares. Corrí hacia ella y la tiré a un lado de la carretera justo antes de que el coche pasara a toda velocidad a nuestro lado. 
-Ali, ¿Estás bien?
Ella se dio la vuelta y me abrazó, supongo que sería su forma de darme las gracias, yo le devolví el abrazo y ella me susurró al oído “Gracias.” Cada vez había más gente e nuestro alrededor así que me levanté y ayudé a Ali a levantarse. Nos fuimos de allí, no podíamos estar rodeados de tanta gente, ella estaba incómoda y yo me estaba empezando a agobiar. Ali estaba muy seria y no había hablado nada desde el susurro de “Gracias” me estaba empezando a preocupar por ella.
-Ali, ¿Seguro que estás bien? – pregunté mientras le cogía la mano.
Entonces Ali rompió a llorar, no sabía que hacer y me la llevé a mi piso para intentar tranquilizarla porque en medio de la calle no era una buena idea. Estábamos bastante cerca así que llegamos rápido. La senté en sofá y le di una taza de chocolate caliente. Ella ya no lloraba pero tenía la mirada perdida. Me gustaría volver a abrazarla para hacerle saber que estaba aquí con ella y que me podía contar lo que le pasaba, pero no creo que fuera buena idea.
-Mi padre y mi hermano fallecieron en un accidente de coche hace tres años. Les atropelló un autobús, mi padre intentaba apartar a mi hermano de la carretera y los atropelló a los dos. – dijo Ali con la miraba fija en la taza de chocolate que le había dado.
-Ali, lo siento mucho.
-No pasa nada, lo tengo ya superado pero cuando me has empujado para que no me atropellara el coche, ¿No has pensado que podríamos muerto los dos?
-No pensé en eso, solo pensé que no te podía atropellar ese coche.
Un muro de silencio se puso entre nosotros. Bien James, la has cagado pero bien.

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