-Narra
James-
Un
sonido me despertó, alguien me estaba llamando por teléfono, ¿Quien llama a las
ocho de la mañana un domingo?
-¿Si,
quien es? - pregunté mientras me aclaraba la voz.
-Hola
James, soy mamá. ¿Estás ocupado? Necesito hablar contigo y es muy urgente. -
dijo con tono de preocupación.
-Ahora
mismo puedo hablar, ¿Que pasa?
-Es
tu abuelo, murió anoche.
-¿Que?
¡Pero si estaba bien! ¿Como ha sido? - gritaba al teléfono mientras me sentaba
en la cama.
-James,
tu abuelo no estaba bien. Tenía cáncer desde hacía siete meses y estaba muy
avanzado.
-¿Y
por que yo no lo sabía?
Mi
madre me había ocultado muchas cosas y en el fondo lo comprendía, pero no
comprendía porque me había ocultado esto. No podía hacer eso.
-Ya
sabes, no hablabas con nosotros y pensamos que era mejor no molestarte con
estas cosas...
Colgué
el teléfono. No podía seguir escuchando a mi madre y sus escudas baratas. Vale
que es verdad que no hablaba con mi familia pero eso no les daba derecho a no
contarme que mi abuelo estaba enfermo. Él y yo estábamos muy unidos y él ya no
estaba allí. Me derrumbé. Le di puñetazos en las paredes hasta que me sangraron
los nudillos. No podía seguir en el piso, me puse unos vaqueros, una sudadera gris y
una chaqueta azul marino. También me llevé mi mochila amarilla y salí pitando del
apartamento.
El
viento frío y contaminado del centro de la ciudad me dio en la cara.
Iba
andando sin rumbo, solo quería olvidarme de todo y quería que mi abuelo
estuviera a mi lado. Él es el que hizo que siguiera estudiando y me sacara la
carrera, él me ayudó en todo lo que pudo y más. Él siempre estuvo allí y yo no
había estado cuando había estado enfermo, no me lo iba a perdonar nunca. Lo
había defraudado y ahora no podía hacer nada para arreglarlo.
Iba
andando por una de las callejuelas que tenía la ciudad y cuando torcí una
esquina para salir a una calle más grande vi a Ali. Llevaba unos pantalones
rojos y una chaqueta negra y llevaba el pelo suelto. Iba preciosa.
Estaba
cruzando una calle y vi como un coche se acercaba a ella a toda velocidad, la
gente le gritaba pero ella no podía oír, llevaba puestos los auriculares. Corrí
hacia ella y la tiré a un lado de la carretera justo antes de que el coche
pasara a toda velocidad a nuestro lado.
-Ali,
¿Estás bien?
Ella
se dio la vuelta y me abrazó, supongo que sería su forma de darme las gracias,
yo le devolví el abrazo y ella me susurró al oído “Gracias.” Cada vez había más
gente e nuestro alrededor así que me levanté y ayudé a Ali a levantarse. Nos
fuimos de allí, no podíamos estar rodeados de tanta gente, ella estaba incómoda
y yo me estaba empezando a agobiar. Ali estaba muy seria y no había hablado
nada desde el susurro de “Gracias” me estaba empezando a preocupar por ella.
-Ali,
¿Seguro que estás bien? – pregunté mientras le cogía la mano.
Entonces
Ali rompió a llorar, no sabía que hacer y me la llevé a mi piso para intentar
tranquilizarla porque en medio de la calle no era una buena idea. Estábamos
bastante cerca así que llegamos rápido. La senté en sofá y le di una taza de
chocolate caliente. Ella ya no lloraba pero tenía la mirada perdida. Me
gustaría volver a abrazarla para hacerle saber que estaba aquí con ella y que
me podía contar lo que le pasaba, pero no creo que fuera buena idea.
-Mi
padre y mi hermano fallecieron en un accidente de coche hace tres años. Les
atropelló un autobús, mi padre intentaba apartar a mi hermano de la carretera y
los atropelló a los dos. – dijo Ali con la miraba fija en la taza de chocolate
que le había dado.
-Ali,
lo siento mucho.
-No
pasa nada, lo tengo ya superado pero cuando me has empujado para que no me
atropellara el coche, ¿No has pensado que podríamos muerto los dos?
-No
pensé en eso, solo pensé que no te podía atropellar ese coche.
Un
muro de silencio se puso entre nosotros. Bien James, la has cagado pero bien.
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