viernes, 1 de febrero de 2013

LAST FIRST KISS - CAPÍTULO 11.


-Narra Ali-

Al fin estábamos en Hyde Park, allí estaba bien. Estaba con James y nunca hubiera imaginado que podría estar tan cerca de él. Nos separaban apenas veinte centímetros y nuestras manos se rozaban. Él no se separaba de mí así que yo me limitaba a disfrutar un poco de ese momento. James me gustaba.
-¿Entonces me vas a decir la sorpresa de mi cumpleaños? – pregunté a James mientras me giraba hacia él, ahora estábamos más cerca aún.
-No te lo voy a decir, una sorpresa es una sorpresa. – decía mientras colocaba las manos sobre las rodillas y se quitaba la gorra, su pelo parecía más claro ahora.
-Por tu culpa no voy a poder dormir, ¿Sabes? No voy a poder dejar de pensar en la sorpresa.
-Dos semanas sin dormir es mucho, te aconsejo que te relajes. Ya verás como te gustará.
Se estaba haciendo tarde, pero no quería despedirme de James, estaba siendo un día bueno (quitando la parte en la que casi muero atropellada), había pasado todo el día con James y estaba deseando llegar a casa para hablarle a Katy de James y todo lo que habíamos hecho hoy.
El sol ya empezaba a ponerse por detrás delante de nosotros, aquella escena era preciosa y estaba allí con James no me parecía real y me pellizqué para saber si era real. Lo era.
-Ali, se está haciendo tarde. Debería acompañarte a casa.
-No hace falta que me acompañes, puedo llegar sola.
-Ya, eso me lo imagino. Pero la última vez que fuiste sola por la calle casi te atropella un coche, mejor te acompaño.
Se levantó y me tendió una mano para ayudar a subir. Le cogí la mano y nos quedamos muy cerca, podía sentir su respiración en mi pelo. Los dos nos separamos rápidamente y yo empecé a ponerme roja, por suerte ya casi no había luz y no me podía ver la cara.
Me acompañó a mi apartamento.
-Vivo aquí – dije señalando el bloque de pisos.
-¿Vives sola? – preguntó James mientras miraba el bloque de pisos.
-No, vivo con una chica que se llama Katy. Ahora mismo estará arriba, la luz está encendida.
Tenía ganas de decirle a James que pasara a mi apartamento, pero me contuve y me limité a sonreír.
-Bueno Ali, me ha encantado pasar el domingo contigo. Pero la próxima vez que quieras llamar mi atención no hace falta que casi te atropelle un coche. Mañana nos vemos en el trabajo, ¿No?
-Sí, hasta mañana.
James se dio la vuelta y se metió por una de las muchas calles que por allí había. Yo me quedé mirando como una tonta el último sitio en el que le había visto, como si pudiera hacer que volviera a aparecer de algún modo.
Subí al apartamento y cuando cerré la puerta Katy estaba sentada en el sofá viendo una película en la tele. Yo no podía parar de sonreír.
-¡Al fin apareces! Estaba preocupada por ti. – dijo Katy mientras se sentaba bien en el sofá para dejarme sitio.
-Hoy han pasado demasiadas cosas, mejor será que empiece a contarte ya, que mañana tengo que madrugar.
Me senté en el sofá al lado de Katy y empecé a contarle todo lo que había pasado ese día. Mientras se lo contaba no podía disimular mi sonrisa y al final me quedé afónica de tanto hablar, no estaba acostumbrada a hablar tanto. Era una persona de pocas palabras. Creía que si no tenías nada bonito que decir, mejor no decir nada.
Esa noche no tuve pesadillas y pude dormir de un tirón, cosa que no hacía desde antes de que mi hermano y mi padre murieran. Echaba de menos dormir tan bien y sin tener miedo por lo que pudiera ocurrir en mis pesadillas.
Me levanté con una sonrisa en la cara y eran las nueve de la mañana. Salí de la cama y me dirigí al salón. No había rastro de Katy así que pensé que ya había salido. Me fui a la cocina y cogí un bol grande en el que eché un poco de leche y cereales. Mientras desayunaba, sonreía como una tonta a los cereales antes de metérmelos a la boca. Hacía mucho tiempo que no sentía esa sensación, la sensación de que todo va bien y de que todo solo va para mejor. Me gustaba esa sensación y sabía que James era la razón. Ese chico había cambiado algo dentro de mí, ya no lo veía todo tan negro y casi no recordaba que el día anterior estuve a punto de morir, él hacía todo aquello sobre mí ¿No parecía increíble? Un solo chico puede hacer que toda tu perspectiva cambie.
Mientras me estaba arreglando alguien llamó a la puerta así que me apresuré en subirme los pantalones y abrir la puerta. Cuando abrí la puerta Katy estaba al otro lado con la cara roja de llorar y un ojo morado que casi no podía abrir. Sea lo que sea lo que le haya pasado no ha sido nada bueno. Antes de que pudiera decir nada ella se derrumbó delante de mí, estaba inconsciente.

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