-Narra
Ali-
Cuando
James miró el mensaje que le acababan de mandar estaba más distante, notaba
como si ese mensaje lo hubiera desconectado de alguna manera.
-James,
¿Estás bien? – pregunté.
-Sí,
es solo que… Nada, déjalo.
-¿De
quien es el mensaje?
-De…
De nadie.
-James,
puedes decírmelo.
Me
dio su móvil. En el mensaje ponía: “James, estoy en Londres. Necesito hablar
contigo. Llámame y quedamos”
-¿De
quién es el mensaje? – pregunté mientras le devolvía el móvil.
-De
mi madre. Quiere que nos veamos.
-Entonces
¿Por qué estás así? Es solo tu madre.
-Que
es solo mi madre… No hablo con mi madre desde hace bastante tiempo y la última
vez que me llamó fue para decirme que mi abuelo había muerto de cáncer y yo ni
siquiera sabía que estaba enfermo.
Ahora
si entendía porqué estaba así, yo tampoco querría hablar con mi madre si me
hubiera ocultado ese tipo de cosas.
-¿Cuánto
tiempo hace de eso? – pregunté mientras le cogía la mano.
-¿Te
acuerdas el día en el que casi te atropella un coche?
-Sí,
el día que me salvaste ¿Qué pasa?
-Pues
la noche anterior mi abuelo falleció y mi madre me llamó al día siguiente.
Hacía cinco meses que no hablaba con ella. Me fui de casa cuando cumplí los
dieciocho y solo hablaba con mi abuelo. Hubo un momento en el que no se como,
perdimos el contacto y lo único que supe de él después fue que había fallecido.
¿Cómo quieres que me sienta?
-No
lo sé, pero lo que sé es que no puedes esquivar a tu madre toda tu vida, tienes
que hablar con ella.
-Ojalá
todo fuera tan fácil como decirlo.
No
iba a ser fácil convencer a James de que llamara a su madre para que hablara
con ella, pero iba a conseguirlo. Él todavía tenía una familia y no podía
perderla.
Después
de dos horas hablando con él, aceptó. Pero yo tenía que ir con él por si las
cosas se complicaban, acepté.
Quedamos
al día siguiente es una cafetería cerca de la casa de James y nos despedimos.
Cuando llegué a mi apartamento estaba demasiado cansada, pero me obligué a
comer algo. Katy no estaba allí, así que supongo que había salido.
Me
puse la sudadera que James me había dejado el día anterior y me quedé dormida.
Esa noche volví a soñar lo que creía que me había abandonado hace tiempo, la
imagen de la muerte de mi padre y mi hermano volvió a mí. Creí que aquello me
había abandonado o por lo menos había conseguido hacer que no soñara con eso.
Me desperté con las mejillas mojadas y con el corazón acelerado. Miré la hora y
solo eran las cinco de la mañana, sabía perfectamente que no iba a dormir más
esa noche así que me levanté y me puse a ordenador un poco la habitación. Una
hora después estaba en el salón desayunando y viendo la tele.
Hasta
las doce no había quedado con James y todavía faltaban seis horas para eso. No tenía
nada que hacer así que me vestí y antes de las siete de la mañana yo estaba andando
por las calles de Londres. Todavía quedaba nieve de la otra noche. Me puse la música
y me dejé llevar. Necesitaba aquello, necesitaba estar a solas para poder aclararme,
con James estaba mucho mejor y eso lo sabía, pero seguía habiendo algo dentro de
mí que me decía que me iba a hacer daño. Aquello era absurdo. Él no me iba a hacer
daño.
Cuando
me dí cuenta eran ya las once de la mañana, así que me dirigí hacía la cafetería
donde había quedado con James y con su madre, aquello era importante para él y tenía
que estar a su lado.
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